La ablación de las guerras
La generación de personas que nacimos a partir de los años 70 tenemos
algo en común: fuimos y somos testigos de una buena cantidad de guerras.
Lo que nos hace diferentes [algunos como espectadores, otros como
protagonistas] con aquellos que vieron y vivieron la Segunda Guerra Mundial, es
que esta serie de conflictos bélicos fueron y son televisados en tiempo real.
Estamos viendo el momento exacto cuando un misil impacta en una
población, cuando una tanqueta arrolla a una congregación de personas, vemos
las imágenes infrarrojas de los aviones que posicionan su objetivo y dejan caer
bombas, somos observadores de cómo los soldados irrumpen por las
calles portando y disparando una arma.
No es algo agradable para la vista ni tampoco para las emociones. Son
imágenes que se nos quedan grabadas por algún tiempo y a las cuales seguimos
sin encontrarle explicación: el robo de la vida de alguien que es
diferente, que piensa diferente, que profesa una religión diferente, que sigue
los designios de Dios de manera diferente.
Lo complicado para nuestra realidad es que sabemos que las guerras no
sólo se dan por eso, es más, los conceptos anteriores son únicamente los
adornos. Las razones reales son las que han hecho a una parte de la humanidad
despreciable: el poder y el dinero. Estos dos términos conjugan una oleada de
muerte en el territorio que pisen.
A lo largo de la historia reciente, pareciera que el gran ejecutor,
policía mundial y verdugo son los Estados Unidos. Sin saberlo a ciencia cierta,
ellos son los encargados de mantener la paz y tranquilidad en el mundo. ¿Alguna
entidad lo decidió así? No lo sabemos, pero se erigen como la máxima autoridad.
Lo triste es que sus autoridades no sufren. Las personas que se
encuentran al mando de las decisiones sólo dan las órdenes, quienes ejecutan
son los responsables de cargar sobre sus hombros la responsabilidad de una
nación o grupo de naciones. La muerte camina a su lado y no cerca de los
responsables que siguen ataviados con sus trajes y mostrando la dentadura blanca
ante la comunidad internacional.
El cine estadounidense se ha encargado de mostrar que su vida bélica
está llena de héroes a través de películas. Cada año se produce cine bélico de
buena o mala manufactura, pero es una forma propagandística de convencer a la
población de que ellos son los que ponen la paz en la Tierra.
Y esas mismas cintas nos han dejado claro que las secuelas de los
soldados, físicas y psicológicas, que intervinieron en las guerras son desgarradoras y tan profundas que
muchos de ellos terminan en el suicidio.
Son un grupo vulnerable que normalmente es ignorado por las mismas
autoridades que los mandaron a combatir. Sus condiciones de vida no son las
óptimas y aunque son recibidos como héroes no son tratados de la misma forma.
El fotógrafo Michael Stokes quiere que los llamados veteranos de guerra
[que en realidad una buena parte de ellos son muy jóvenes] sean vistos de una
manera diferente.
A través de una iniciativa en Kickstarter busca fondos para lograr la
publicación de dos libros que llevarían por nombre Always Loyal y Bare Strenght
que contienen fotografías impactantes de soldados que participaron en las
guerras de Irak, del Golfo y Afganistán.
Las imágenes son crudas, pero tienen un giro que evita que los demás
sientan lástima por ver a hombres y mujeres atractivos sin una pierna o un
brazo. El cuerpo atlético y bien trabajado permite ver a una persona que sin
ninguna objeción podría ser modelo de cualquier pasarela o revista. El erotismo es la pieza clave.
El libro contiene una biografía de cada uno de los veteranos y los
detalles de las heridas y amputaciones que sufrieron en combate. La meta de
Kickstarter es recaudar más de 70 mil dólares que ayudarían a la publicación de
los dos libros.
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