Redes sociales offline


¿Qué pasaría si un día despertáramos y al tomar el celular o prender la computadora nos diéramos cuenta de que ya no existen las redes sociales, no hay Facebook ni Twitter?


¿Las personas perderíamos nuestra identidad? ¿Dejaríamos de tener contacto con los demás u otros ya no tendrían su popularidad virtual? ¿Perderíamos más amigos en ese instante de los que vamos a dejar de tener en toda la vida?


Si cuando se extravía o nos roban el celular se llegan a escuchar palabras mayores como el “acabo de perder mi vida social”, imaginarse no tener redes sociales es una pesadilla que muchos no quieren soñar.


Todos conocemos o tenemos contactos que cuentan con más de mil “amigos” en su haber. Aquí la cifra importante es saber con cuántos realmente tiene comunicación. Hay quienes gustan de coleccionar amistades sólo por el gusto de sentirse populares, de que los demás se den cuenta que son cientos los que lo conocen. Envían múltiples invitaciones aunque no tengan ni la más remota idea de quiénes son.


Las empresas que controlan las redes sociales mueven millones de dólares al año. Cada individuo que se une les genera un rendimiento que va a la alza en bolsas de valores y/o en su rentabilidad, que después se ve beneficiada con la venta a empresas poderosas o fusiones comerciales. Los ingresos por publicidad también son altos y jugosos.


El arte de hacer amigos y convertirse en “seguido” y “seguidor” requiere de tiempo. La inversión de minutos y horas se extiende cuando se inicia en las redes sociales. Una vez inmerso en el universo digital del clickeo, sólo basta con dejarse llevar por la marea y captar la atención del mundo entero.


El contenido que se vierta ya es responsabilidad de cada uno, ya que prevalece el fenómeno extraño de únicamente poner unos cuantos signos de puntuación para que los contactos se vuelquen a contestar. Un lenguaje muy peculiar en esta era de la modernidad de los 0 y 1.


Por otro lado, el uso de los smartphones, las tabletas y las laptops para ingresar se está convirtiendo en una escena cotidiana en las calles, restaurantes y lugares públicos. Éstos abren la oferta de contar con wi-fi como un plus para sus clientes. También se puede apreciar que hay personas que no entran a un establecimiento por el sólo hecho de no contar con red inalámbrica.


Los jóvenes, principalmente, viven conectados a Facebook y Twitter. Gran parte del día la pasan dentro creando círculos de amigos, respondiendo a invitaciones de eventos, recibiendo y compartiendo información. Es una avalancha que sigue agigantando la bola de nieve.


Pero, volviendo al cuestionamiento inicial, ¿qué pasaría si nos quedáramos sin las redes sociales? Una respuesta y crítica ligera nos la da el diseñador de animación coreano Beomseok Yang con su cortometraje Social Network. Aquí podemos ver a un adolescente que va adquiriendo amigos y seguidores a su paso, desde que se loguea en Facebook y Twitter. A partir de ese momento comienza su autodigitalización en el mundo. La realidad adquiere vectores informáticos que le acercan a las personas a su dedo que sólo presiona la pantalla de su teléfono celular.


Los iconos informáticos flotan en el aire, las manitas y los pulgares arriba sólo están a la espera de ser tocados para adquirir popularidad. El metro y la calle son los lugares propicios para entregar su vida e información personal a otros sujetos que aún forman parte del anonimato. Enviar peticiones y aceptarlas es lo que hace una vida feliz y plena.


Hasta que llega el momento fatídico en el que ya no se es alguien, en el que se deja de existir y los demás pasan a un lado sin siquiera mirar que ahí hay alguien de carne y hueso, sólo porque el teléfono se ha caído. Pasan los segundos y la angustia es mayor al saberse ignorado, la sonrisa desaparece. El celular ya no se encuentra en la mano, la herramienta para alcanzar el mundo.


La solución es volver a tomar el control y volverse a firmar para de nuevo adquirir relevancia en su contexto.


Aquí tienen el cortometraje Social Network de Beaomseok Yang:

SOCIAL NETWORK from Beomseok Yang on Vimeo.

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