La plasticidad del ballet aéreo


Corría el año de 1963. Las personas volteaban al cielo. ¿Por qué? Y no sólo miraban hacia arriba, sino que les inundaba una sensación de miedo. El sonido de los graznidos y el revoloteo de las alas los ponía en alerta. El responsable de este temor fue el maestro del suspenso Alfred Hitchcock al estrenar su película Los Pájaros. La historia gira en torno al cambio de comportamiento de miles de aves que comienzan a atacar a la población de Bodega Bay, California.


El asunto aquí es que la historia -adaptada del libro The Birds de Daphne du Maurier- no sólo se quedo en ficción, sino que estuvo basada en hechos reales que ocurrieron en la Bahía de Monterrey, en el mismo estado de California. Según los biólogos marinos, el ataque de los pájaros se debió a la ingesta de un alga que contiene veneno, lo que generó el daño de su sistema nervioso, llevándolos a la muerte, y de algunas personas también.


En la carretera y en lugares abiertos, como en los campos, se pueden observar parvadas o bandadas de pájaros, miles que vuelan con una sincronía inmaculada, la perfección entre el aire y un cuerpo. Son uno de tantos espectáculos que nos brinda la naturaleza. Cada animal sabe cuál es el papel que debe desempeñar en el gran ejército aéreo. Sus movimientos son sincronizados, como si las matemáticas y las leyes de la física estuvieran dentro de su ADN, y cada aleteo e inclinación del cuerpo tiene su razón de ser. A ciencia cierta, nadie sabe cómo lo logran ni los canales de comunicación que utilizan para conquistar tal esplendor.


A través de la historia se han presentado interpretaciones que hablan de mensajes y predicciones. Incluso, existe la ornitomancia, conocida como la adivinación del futuro por medio del vuelo y canto de las aves. En Dinamarca se da el fenómeno natural bautizado como Sol Negro, que es la congregación de miles de estorninos al amanecer, formando parvadas enormes que logran tapar la luz del sol, de ahí el nombre.


Se piensa que la función de las bandadas -que también sucede con otros seres vivos- es evitar el ataque de los depredadores, eludirlos para seguir al pie de la letra el instinto de supervivencia. De esta manera, el atacante no puede fijar su atención en un solo individuo, de ahí que también cambien bruscamente de dirección. No está comprobado, pero es una de varias teorías.


Y precisamente esos cambios de dirección en su vuelo que realizan son los que le dan belleza a estas demostraciones aéreas. Sin más ni menos, aquí aplica el famoso juego Lo que hace la mano, hace el de atrás, porque de manera simultánea y milimétrica las aves dan giros inesperados sin romper la uniformidad, formando figuras que podrían ser diferentes interpretaciones. Es posible que si se pusieran altavoces con melodías, estaríamos presenciando una de las mejores representaciones de ballet que la memoria tenga registro. El vaivén de los alados es acompasado, rítmico, homogéneo, nadie pierde la horizontal ni rompe la vertical. Ya sea de manera telepática o con un lenguaje ajeno a los seres humanos, estos animales demuestran que el trabajo colectivo rinde frutos mágicos.


Con esta fascinación por el vuelo de los pájaros, el fotógrafo francés Alain Delorme crea la serie de imágenes cautivadoras Murmurations - Ephemeral Plastic Sculptures, que captura una parte ínfima de los movimientos que hacen las parvadas por los aires, semejantes a nubes negras que se mueven a una velocidad mayor. Las estampas que dibujan, teniendo como fondo los diversos colores que otorga el cielo, son captadas por su lente, transmitiendo un mensaje de una especie de lengua animal que se basa en murmullos en un sentido que sólo ellos entienden, como patrones encriptados que hasta el momento nadie logra descifrar.


Los cuadros son perfectos, las figuras dibujadas por los aires son impresionantes. Pensaríamos que Alain Delorme pasó mucho tiempo en un sitio para lograr captar esa instantánea. Sin embargo, si se mira con detenimiento, las bandadas no son de seres vivos, sino la acumulación de millares de bolsas de plástico que han sido colocadas estratégicamente y de manera digital.


El conjunto de bolsas de plástico fue meticulosamente colocado por el fotógrafo, haciendo que cada una de ellas sea el espejo del vuelo de un ave dentro de la bandada. Dan la impresión de moverse y contorsionarse como si fuera un modelo de la naturaleza viva. Esta intervención artística es una apología a la majestuosidad de la fauna. Es su mash-up de Los Pájaros de Hitchcock con Belleza Americana de Sam Mendes.


Para conocer más trabajos de Alain Delorme, den click en su nombre. Y les dejamos el link de la nota titulada Los tótems se mudan a China, la primera intervención del artista en el Indie Emergente.


Como un plus, y aprovechando el tema, aquí tienen el cortometraje A Bird Ballet del director y fotógrafo Neels Castillon para ver la magnificencia de las bandadas:

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