Mini Mad Max con todo y furia en el camino
La capacidad de generar
propuestas novedosas, de desarrollar labores de manera distinta a la
tradicional, no a todos se nos da tan fácil. De niños la imaginación es capaz de volar sin límites, todo es posible
en la mente de un niño.
Juegos,
escenarios, vestuarios pueden ser realidad con elementos sencillos:
cartón, tela, lápices, almohadas, toallas, cacerolas, lo que sea sirve para
crearlos. Para los niños nada es
imposible, quizá sólo que sus papás los detengan para que no conviertan la
casa en un campo de batalla.
Los papás se
enfrentan al reto de seguirles el juego a sus hijos, de sacar fuerzas y
energía para seguirles el ritmo y muchas veces ingeniárselas para ayudarles a cumplir sus deseos. Ayudarles a
hacer manualidades y juguetes con los que puedan divertirse y aprender.
Ian
Pfaff, director, editor
y papá se ha inspirado y ha echado a
andar su creatividad para convertir
los juguetes de sus hijos en máquinas de Mad Max.
Pfaff utilizó todo lo que pudo, los coches de juguete de sus hijos, chatarra de aparatos que ya no ocupaba, desechos de lo que sea para armar los vehículos como el Interceptor que manejaba Max, el Cranky Frank o el FDK que
aparecen en la película.
Los autos de Pfaff no le piden nada a los diseñados para Mad Max: Furia en el camino, y los
pequeños que están detrás del volante también son como sacados de la película.
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