#TodosSomosAyotzinapa
Hubo un tiempo en el que critiqué a las personas que se interesaban más
en los temas banales que en la realidad que estaba viviendo el país: México. Sus pláticas se centraban más en la farándula y el deporte que en las
crisis económica, política y social. Para mi eso era inadmisible.
He de decir que antes de eso, pertenecía a ese grupo que prefería ver y
disfrutar de esas frivolidades que ponerme a analizar la vida cotidiana y
peligrosa que giraba a mi alrededor. El destino me fue colocando adonde ahora
estoy: gozando de las nimiedades, observando la cruda realidad y tratando de cambiar las cosas desde mi trinchera y con mis recursos.
La situación en el país es delicada y alarmante. El crimen organizado
extiende sus tentáculos por el territorio de manera espectacular ante la mirada complaciente de las autoridades, la corrupción se ha disparado de manera exponencial, la
falta de rendición de cuentas de la clase política, la injusta distribución de
la riqueza y una larga lista que parece interminable.
Antes no me fijaba en estos temas porque, creo, mi subconsciente no lo quería,
no permitía que mi conciencia estuviera codo a codo con una triste realidad:
nos estamos yendo en picada, y eso, en un principio, me deprimió porque no lo
podía creer; sigo sin aceptar que el poder lo es todo para el ser humano. Y no
un poder que cobija a toda la sociedad en beneficio global, sino un poder que
sólo tienen unos cuantos y que es en beneficio propio.
La codicia, la necesidad prioritaria de controlar y de enriquecerse
mueve los hilos del andar de la clase política, quienes, al no medir las
consecuencias de las facilidades que le otorgan a los poderes fácticos [para
desgracia, ya podemos incluir al narcotráfico en este rubro], perjudican, dañan
y lesionan los intereses de la sociedad que fue el impulsor de que llegaran a
esos escaños.
Pero también seamos sinceros, como ciudadanos dejamos mucho que desear.
La gente se queja de los gobernantes, pero tomo la frase que dice “¿México se
merece a estos ciudadanos?”. A cada uno de los que lleguen a leer esto les puedo
asegurar que conocen a alguien que ha dado dinero para beneficiarse, o sea, la
famosa “mordida”.
Analicemos qué hacemos bien y qué hacemos mal. No caigamos en que si el
de a lado prefiere corromper a los demás, nosotros también lo hacemos. Dejemos
de pensar que “de todos modos nada va a cambiar”. Modifiquemos la actitud,
primero en una utilidad propia, cambiemos nuestra realidad. No hay que perder
de vista que esto es una corresponsabilidad: ciudadanos - gobierno. Cuántas personas vemos que se quejan en las redes, pero desde la comodidad de su casa o la oficina.
Un caso que engloba los males que padece México es la desaparición de 43
estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa cerca de Iguala, Guerrero.La
historia de los hechos es increíble, que bien podría ser de un guión de
película. La realidad ha superado por mucho a la ficción.
Los estudiantes se dirigían a la sede del DIF local [Sistema Nacional para el
Desarrollo Integral de la Familia], donde se encontraban el presidente municipal
de Iguala y su esposa, para manifestarse contra una reforma educativa. Al
enterarse, la pareja política decide enviar a la policía para detenerlos
[versiones extraoficiales también hablan de un grupo armado del crimen
organizado]. Hubo muertos, heridos y el secuestro de 43 normalistas. Los resultados de esta tragedia han dado la vuelta al mundo, y sólo
por el hecho de que llegarían a interrumpir una celebración.
La indignación ha dado pie a diversas manifestaciones por varias partes
del país; apoyo de comunidades universitarias se han unido con la paralización
de clases; bloqueos de vialidades principales en ciudades; toma de casetas de
cobro en carreteras; marchas en las calles. La petición: que regresen vivos a los
43 de Ayotzinapa.
Bajo el hashtag #IlustradoresConAyotzinapa en la red social Tumblr, un grupo de artistas ha creado un movimiento cultural para evitar que estos 43
estudiantes dejen de ser vistos como un número. No son 43, cada uno de ellos
tiene nombre y apellido. Es tal y como lo dice Valeria Gallo, una de las
ilustradoras, a la BBC: “cuando uno pinta el retrato de alguien deja de ser un
desconocido… tiene un nombre, un rostro. Se convierte en una persona.”
La iniciativa une los esfuerzos artísticos para ponerle rostros, nombres
y apellidos a esos 43 estudiantes que están movilizando a un país y liberan
energía que sobrepasa las fronteras bajo la consigna de Todos Somos Ayotzinapa: lo que le hacen a uno, se lo hacen a todos.
La tolerancia es una virtud del ser humano, a veces explotada, a veces
ignorada. Si les importa o no la resolución de
este lamentable hecho, están en su pleno derecho de exigir justicia o de no
hacerlo, sin embargo, a quienes no les interesa, les pediríamos que respeten a quienes desean que aparezcan vivos, no manchen ni
empañen un movimiento con comentarios fuera de lugar… ustedes saben qué tipo de
comentarios.
Indie Emergente quiere saber dónde están los 43 estudiantes de
Ayotzinapa.
Para saber más de esta expresión de apoyo, den click en #IlustradoresConAyotzinapa.
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