Minimalismo vegetal
Pocas son las personas que conozco que se les da la jardinería, y me
refiero en todos los sentidos. El bello arte de cuidar la vegetación que se
tiene en casa o trabajo no es cualquier tarea, requiere de mucha dedicación y
conocimiento de lo que se tiene plantado en las macetas o dentro de los
floreros.
Aquellos que tienen este don, lo explotan beneficiando el aspecto visual
de interiores y exteriores del hogar. Las tonalidades verdes, rojas, rosas,
naranjas y amarillas inundan los espacios del hogar, además de
que se respira un ambiente fresco.
Para mi mala suerte, la mayoría de mis conocidos [incluyéndome] somos
muy malos para cuidar de las plantas y flores. Todas acaban marchitándose o
muriendo de inanición o ahogadas por la falta de conocimiento de su ambiente
[también los hay a quien no le importa la flora y por eso no tienen nada].
Muchas son las bromas que se hacen con relación a esta falta de tacto.
Hay quienes regalan cactus [que requieren mínimos cuidados] con el fin de que
no se vaya a morir, pero hay a quienes se nos muere, y no tarde, sino muy rápido.
Las excusas pueden ser muchas, pero está claro que hay una desatención
de un ser vivo que si está en la casa es por una razón: dar un aspecto más
agradable a nuestro lugar de estar. Aquí podemos sumar los lugares de trabajo.
En la oficina es raro que se tengan plantas o flores, a menos que algún
galán quiera quedar bien con la damita que pretende. Por lo general, son
elegidas por la administración y su mantenimiento lo hace la gente de
intendencia o uno que otro que sí gusta de la vida decorativa, aunque nunca
falta quien en lugar de ponerle agua le echa el café que se le enfrió.
¿Habría alguna forma de que cualquier persona tuviera su propia planta y
la mantuviera en forma con el mínimo cuidado? Parece que sí y hasta nombre tiene.
Domsai es una idea del multicreativo italiano Matteo Cibic que ha creado
un concepto que para muchos puede parecer bizarro, pero que visto de forma
diferente tiene una funcionalidad para la oficina y la casa.
Cibic diseñó una serie de modelos de terrarios de cristal con dos
piernas y una bombilla, similar a la de los focos, que permiten que en su
interior habiten plantas que requieren un poco de agua y de luz.
A simple vista pareciera que no hay forma de alimentarlas porque parece
que están sellados herméticamente, pero no es así. En la parte media de la
bombilla hay dos agujeros por donde circula el aire y se puede echar el agua, recordando que es
poca, no se trata de inundar el Domsai.
Para el artista sus creaciones son parecidas a un “tamagochi que puede
estar en el escritorio o en la mesa”.
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