Las cicatrices de la tradición


Cuando una persona hiere a otra, sentimental o físicamente, sabemos que quedan cicatrices. En el primer caso son en el corazón y el alma, en el segundo son visibles y dejan una marca sobre la piel.


El pasado tiene muchas marcas de situaciones que vivimos. Recuerdos buenos y malos que forman parte inherente de nosotros y que nos han permitido experimentar y aprender.


Las cicatrices pueden llegar a ser incurables, cualquiera que sea el caso. Las sentimentales pueden sobrellevarse de diferentes formas, pero las que están en la piel se quedan ahí por la eternidad [en la actualidad hay métodos que permiten borrar casi en su totalidad la marca].


Una nota reciente en el periódico informaba de un caso que demuestra que la sociedad tiene instantes de degradación humana: dos mujeres jóvenes argentinas atacaron a su vecina de 15 añoscortándola en cara y espalda bajo la consigna de “vamos a ver quién te dice que eres linda ahora”. Esas heridas que le hicieron, le cambiarán la vida.


Hay otras cicatrices que se portan con orgullo, aunque suene extraño. Un caso de esta índole ocurre en la ciudad de Abidjan en Costa de Marfil donde es una tradición el Hââbré, palabra de la lengua Kô que significa “cicatrización”.


El Hââbré “es una practica donde se hace una incisión superficial en la piel humana". Esta tradición, como muchas otras, ha ido desapareciendo con el paso del tiempo, por ello, la fotógrafa Joana Choumali decidió rescatar lo poco que queda.


De esta manera nace la colección Hââbré, The Last Generation. El proyecto no fue nada sencillo, porque tuvo que hacer mucho trabajo de investigación para encontrar a personas con las cicatrices, la mayoría de ellas son adultos mayores.


Choumali se dio cuenta que las nuevas generaciones ya no tienen interés en mantener la tradición viva. En las imágenes que nos presenta se pueden ver a personas adultas con las marcas en los rostros, algunos las muestran con orgullo y otros no tanto.


El choque cultural que han sufrido deriva de cómo los miran en la ciudad, con morbo y extrañeza, mientras que en su comunidad son personas respetables. Joana los retrata sin ningún prejuicio, mostrando la complejidad de la identidad africana, con personas que de espaldas son comunes y cuando se giran puede resultar controversial lo que le han hecho a su rostro.


Para conocer más de Joana Choumali, den click en su nombre.

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