Tarantino del cine a la literatura
Es bien sabido que cuando el cine daba sus primeros pasos recurrió
a la literatura como fuente de inspiración y para tener recursos
temáticos.
Considerada desde la antigua Grecia
como una de las Bellas Artes, junto con la pintura y la
arquitectura, la literatura es un medio
de expresión a través de las palabras para describir
el mundo.
Importante es la relación que se ha dado entre estas
dos expresiones artísticas -una más
antigua que otra-, sobre todo en una sociedad que busca expresarse de una forma
más audiovisual.
Aunque son dos artes distintos a menudo se
conectan cuando las obras literarias son llevadas
a la pantalla grande. No sería justo comparar una película
con su versión literaria, pues como lo hemos mencionado, son medios distintos, uno es narrativo y el otro visual. Cabe destacar que una
novela puede ser muy visual con ayuda
de la imaginación. En el caso de un
filme su discurso puede verse más limitado, aunque por ahí se dice que “una imagen vale más que mil palabras”. Lo cierto es que se
han complementado y en algunos casos con excelentes resultados.
El diseñador gráfico estadounidense Sharm
Murugiah ha llevado los largometrajes del cineasta Quentin
Tarantino a la literatura, aunque no propiamente al lado narrativo, sólo a la parte estética, a las portadas, y unas muy británicas, de los libros. Aunque sea sólo la parte exterior bien podríamos imaginar cómo sería la
literatura escrita por Tarantino.
Murugiah
se ha inspirado en las famosas portadas
inglesas de Penguin Books, una editorial fundada por Allen Lane en 1935, que se distingue por
sus emblemáticos
libros de bolsillo.
La obra de Tarantino se caracteriza por ser ágil,
sangrienta, violenta, plagada de adictos a las drogas, mafiosos insertos en alguna
pandilla que no tiene respeto por la vida
sino por el dinero. La narración
suele ser retorcida pero ordenada, generalmente, por capítulos.
Películas
poco usuales, reconocibles
fácilmente por los temas que emplea de manera explícita, que son en general tabúes
para la sociedad, siempre conectadas entre sí, ya sea por medio de nombres, personajes u objetos. Así
podríamos imaginar sus filmes llevados al papel.
Sharm Murugiah ilustra títulos icónicos de la
filmografía del director, guionista, productor y actor estadounidense, tomando elementos representativos de cada una de
las historias.
Es así como vemos las portadas, de la primera obra maestra de Quentin Tarantino, Perros
de Reserva, Tiempos
Violentos, Jackie Brown, Kill Bill Vol. 1 y 2,
A Prueba de Muerte, Bastardos sin Gloria y Django sin Cadenas, películas que ha escrito,
dirigido y en algunas hasta ha interpretado algún personaje, y La Fuga, en la que sólo participó como guionista.
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