Píntese antes de demoler
La escuela es un lugar del que se tienen muchos recuerdos, buenos y/o malos. De hecho, ahí
es donde se empiezan a formar los valores adicionales del cómo nos conduciremos
en el futuro. Dentro de esas cuatro paredes de los salones ocurren vivencias
inolvidables.
Una odisea diaria inicia desde el momento en que nos paramos frente a su
fachada, listos para entrar a un mundo diferente al que tenemos en casa; lugar
donde cohabitaremos gran parte del día con personas ajenas a nosotros, pero
que en algún momento se convertirán en cómplices, en mejores amigos.
Sus pasillos y cada sección tienen una historia destinada para sus
habitantes, guiones diferentes para cada uno de ellos, situaciones irrepetibles
y asimilación de conocimientos en diferentes niveles.
Una vez que termina el ciclo escolar, los graduados sienten la presencia
de eso llamado nostalgia, un oleaje de recuerdos se acerca y retira de acuerdo
a la evocación de las experiencias vividas. A corto plazo,
extrañar será la acción más recurrente.
Sin embargo, qué sucedería si mudarse de escuela se debe a que la van a
demoler, va a dejar de existir sepultando en sus escombros una vida,
llevándose una parte de nosotros convertida en polvo.
En Francia, durante el Festival Rehab 2, 100 artistas se unieron para
pintar el interior de una escuela que será demolida en la Ciudad Universitaria
Internacional de París.
Su intención es transformar los recuerdos en arte, llenar de color cada
recoveco donde los estudiantes caminaron, hablaron, aprendieron, se
relacionaron con otros, donde hubo historias de amor y desamor, rencillas,
peleas, condecoraciones, premios, malas noticias…
Una intervención que será efímera, que podrá apreciarse de manera fugaz,
pero que la cuenta de Facebook llamada Jonk Photography busca preservar por
medio de la recolección de fotografías que demuestran que la creatividad e
imaginación estuvo presente hasta el último segundo en que sus cimientos se
mantuvieron en pie.
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