Las recámaras de las chicas
El lugar que
representa la personalidad más fiel de las personas es la recámara, cuarto, habitación o dormitorio. Ahí se encuentran todos los elementos necesarios para saber con
quién estamos tratando.
La
organización o desorganización -las mamás le llaman “reguero”- es uno de los
puntos medulares. Un cuarto recogido es difícil de encontrar, sobre todo si la
limpieza corre a cargo de los hijos; obviamente siempre hay excepciones. La
mayoría de las veces si las cosas están en su lugar, se lo debemos a las
progenitoras.
En algunos
círculos prevalece el debate de quiénes son más ordenados, las mujeres o los
hombres. Naturalmente cada uno dice que su género, pero estamos seguros que conocemos ambos casos, y en un porcentaje aventurado, podríamos decir que
se van 50-50.
De los hombres,
por mala percepción y una creencia atribuida que tampoco busca ser revertida,
se dice que así es su naturaleza, desordenada. Por el contrario, se cree que
las féminas deben ser meticulosas con la ubicación de los artículos, algo que
parece sacado de una mente machista que piense que culturalmente deben estar
atentas a la organización de la casa. Lo peor del asunto es que muchas lo creen
y así asumen su papel.
En un sentido
más ligero, y explicativo, las mujeres son capaces de convertir una recámara en
una zona de guerra en cuestión de minutos. Las horas del combate por lo general
son en las mañanas y en las noches.
La primera
hora se debe a la tarea complicadísima de saber que atuendo lucirán ese día, ya
sea para la escuela, el trabajo o alguna reunión. Pueden ponerse una
multiplicidad de ropa y por algún detalle que no gustó, ser arrojada a la cama
para dar paso a la que podría ser la elegida.
En la noche,
la ropa y accesorios del día se acumulan para dar paso a la cómoda pijama. Lo
curioso del asunto es que día a día se va apilando la ropa en diferentes
lugares hasta que llega el fin de semana, o alguna persona, para poner en los
lugares correspondientes las prendas.
Los
fotógrafos italianos Gabriele Galimberti y Edoardo Delille seguro vieron este
tipo de tendencia y decidieron embarcase en un proyecto que llamaron Mirrors
and Windows, retratos de múltiples habitaciones de mujeres de todo tipo,
tendencia, clase y religión.
Así que si
hay personas que tienen la curiosidad por saber cómo es la recámara de sus
mejores amigas, con esta serie fotográfica podrán darse una idea más clara de lo
que hay en ese espacio, sin embargo, ninguna será igual por la independencia de
cada esencia.
Gabriele y
Edoardo recorrieron los cinco continentes para visitar los cuartos de mujeres
que fluctúan entre los 18 y 30 años de edad para invadir su territorio, lugar
donde pasan mucho tiempo maquilando teorías y creando un mundo unipersonal, con el consentimiento de ellas.
El lugar
donde se duerme es un templo al cual no todos tienen acceso libre, y ellas
tuvieron la confianza de mostrarle al mundo su intimidad.
Cada una de
las imágenes es muy diferente de la otra. A pesar de que las habitaciones se
componen de una estandarización de muebles, es inimaginable saber cómo serán
dispuestos, con qué serán adornados o que contendrán cada uno de los cajones,
incluso, las cobijas dicen mucho de las personas.
Las condiciones
de los dormitorios varían mucho de acuerdo a la región donde se encontraban
Galimberti y Delille, ya que podemos apreciar desde los más ostentosos hasta
aquellos que se encuentran en condiciones precarias.
Están los que
cuentan con clóset, ropero o han improvisado por medio de lazos o alambres un
lugar donde colgar la ropa. Hay quienes tienen una cama con base o pusieron el
colchón en el piso o duermen en un futón, incluso, quien evoca la habitación de
las grandes historias de Las Mil y Una Noches.
Mirrors and
Windows se destaca porque no hubo una línea para seguir determinado tipo de
recámaras que dieran la apariencia de cuentos de hadas. Los fotógrafos
representan la diversidad cultural, sin mover objetos de su lugar, así sea la
ropa tirada en el piso o el sostén colgando de un cuadro. Respetaron cada
centímetro del espacio de las mujeres.
Ellas nos dan
el papel de observadores detrás de las ventanas, aquellos que por curiosidad o
morbo desean saber que hay al interior. Asimismo, a través de las fotografías,
ven el reflejo de su forma de vivir, organizada o desenfada, pero que en última
instancia es su esencia en ese momento.
Para conocer
más de Gabriele Galimberti y Edoardo Delille, den click en sus nombres.
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