La realidad ilustrada


Tenemos una triste realidad, somos conscientes de ello, pero aún así seguimos participando y colaborando con ella.



La sociedad entra a cada segundo en un remolino donde los detalles diarios se mezclan para crear un fenómeno que causa disgusto, que hace sentir incómodo. Somos un engrane que funciona más para mal que para bien.



Actos como la corrupción, la injusta repartición de la riqueza, la mala aplicación de la justicia, el acoso laboral, la contaminación provocada por la sociedad y las industrias, los disfrazes para presentarnos en diferentes escenarios, la falta de una clase que lea, que se eduque y, por supuesto, la enajenación que provoca el internet con sus engendros, las redes sociales mal aplicadas, son herramientas que lesionan el sentido de la vida.



Solemos culpar a los gobiernos porque no queremos aceptar la corresponsabilidad que nos atañe. Formamos parte de sociedades que desean tener todos los beneficios, pero que se rehúsa a cumplir con sus obligaciones.



El civismo está en peligro de extinción, y por desgracia su desaparición viaja a la velocidad del tren bala. Lo importante para los sistemas sociales es el beneficio propio a costa de los daños de los demás. El enriquecimiento desmedido es la profesión que pulula en la actualidad.



Incluso ya pasaron esos años donde las personas de la tercera edad, los viejitos, los abuelos ya no son el estandarte de los valores. Se han vuelto prepotentes, deseosos de que su condición sea la razón de cometer atropellos, de pasar por encima de los demás.



Este juego se ha vuelto macabro y sólo queda en cada uno de nosotros impulsar el cambio, empezando por uno mismo y transmitir la armonía, la sana convivencia, la tolerancia, la justicia y los valores a la familia.



No tratar de cambiar el mundo, porque su inercia es más poderosa. En algún lugar habrá gente que comulgue con las buenas prácticas que se una a un movimiento invisible pero potente.



El ilustrador conceptual John Holcroft trabaja digitalmente a la antigüita, ya que otorga a sus ilustraciones las técnicas que se aplicaban en los años 50 con los pósters.



La sátira es su principal característica, un mensaje que cae como un gancho al hígado con texturas de humor negro que abre un camino bidireccional entre reír o llorar. Dentro de cada rectángulo hay un fuerte mensaje del que no podemos ni debemos ser ajenos.




Para disfrutar de más realidades ilustradas de Holcroft, basta con que le den click a su apellido.

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