Pinturas solares


La creatividad del ser humano es impresionante. Cada día que buscamos algo de arte emergente para presentarles, nos llevamos tremendas sorpresas. No cabe duda que las habilidades se van desarrollando con el tiempo y lo que es totalmente seguro es que se nacen con ellas. Hoy nos asombramos con lo que descubrimos.



Cuando era pequeño recuerdo que en la casa de mi abuelita [que no era tan grande porque pensaban que era mi mamá] había un objeto que utilizaban ella y su esposo [sus hijos la agarraban para jugar e incendiar trozos de papel].


Era pequeño, tenía una forma circular con un poste para sostenerlo, muy parecido a un espejo, y hacía que las cosas se vieran más grandes, esa cosa era una lupa que utilizaban, no para leer, sino para revisar de manera minuciosa los billetes y monedas que coleccionaban, les gustaba la numismática.


La lupa, además del objetivo mencionado, nos servía para jugar a que teníamos los ojos gigantes y saltones. Pronto se convirtió en un objeto que supliría a los juguetes con los que jugábamos sus hijos y su nieto. Los tres queríamos el artefacto que ampliaba lo que veías a través de él. Nunca nos compraron una a cada uno, por lo tanto, fue el objeto del deseo.



Su composición se basa en la instalación de un lente convergente que desvía la luz produciendo un efecto de agrandamiento de un objetivo. Lo que debe quedar claro es que la imagen que vemos sólo es una representación virtual, no es la original.


El ojo podría hacer algo similar, pero su desventaja se da al momento de acercar el objeto, ya que no logra enfocarlo de manera correcta por lo cual vemos borroso.


Un uso desagradable que recuerdo, es que uno de los hijos de mi abuelita la ocupaba para quemar lo que le viniera en gana, buscaba un ángulo de los rayos del sol, colocaba la lupa de tal forma que proyectará luz en una superficie y esta se calentaba de inmediato. Esto lo hacía con papel, en el piso, con sus manos o con animales.



No obstante, la perversidad humana se ve opacada con otros usos, como lo que ha logrado el artista filipino Jordan Mang-osan con sus pinturas [aquí viene nuestro asombro]. Para crear su arte tiene como herramientas principales la luz del sol y una lupa, así de sencillo [y no tanto].


Sus pinturas solares ocupan como lienzo la madera. La inspiración la recoge de sus raíces Igorot, una etnia de las Cordilleras en la Montaña Providencia.


Los motivos de cada una de las pinturas solares permite conocer la cosmogonía que está emparejada con la naturaleza, sus divinidades, símbolos, utensilios, los animales, la belleza de las mujeres, la convivencia social, incluso, la opresión.



Previo a utilizar los rayos solares como tinta, Mang-osan escoge la pieza de madera, la lija, la barniza y con lápiz dibuja el bosquejo de lo que su mente le dicta. Más adelante espera los primeros rayos de sol, saca su lienzo y armado con lentes oscuros y su lupa comienza el entintado solar.


Jordan muestra una extraordinaria paciencia para colocar la lupa en el lugar correcto donde saldrá disparado el punto luminoso, como una especie de rayo láser, que comenzará a quemar la madera de donde emanará una figura que dará vida y representatividad a su pueblo.



Como podemos deducir, sus obras sólo pueden ser creadas en el día y cuando el clima es favorable, de lo contrario, su imaginación y ejecución se ve detenida.


Para conocer más de la obra de Jordan Mang-osan, den click en su nombre y apellido.

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