El lenguaje de los sonidos
Estamos en el cine, la sala se oscurece, la película comienza a
proyectarse y la acción se muestra ante nuestros ojos, el audio penetra los
oídos cuando de repente se escucha que suena el celular de un asistente ante el
fastidio de los demás. Acto seguido comienzan los “ssshhhhhh” para que lo
apague.
En espacios abiertos como parques y plazas es común que veamos a las
palomas que se acercan a las personas porque saben que les van a lanzar trozos
de pan. Los sonidos que emiten no sabemos si es entre ellas o nos dan las
gracias por la comida, algo que seguro no es benéfico para los edificios
históricos a la hora de expulsar su guano.
Las sorpresas para la mayoría son agradables, para otros no tanto. A
todos nos gusta ese elemento que nos tome desprevenidos, que nos arranque una
sonrisa y que haga latir el corazón de manera acelerada. Al recibirla, el sello
de garantía de que fue una sorpresa es la exclamación, esas palabras que salen
de lo más profundo y que pueden ser diversas.
Y si hay algo que nos hace saltar de susto son las explosiones, ya sea
de una ponchadura de llanta, de los cohetes en el mes patrio o en fin de año,
los escapes de los autos. Ese sonido tan característico que nos remite a que
algo acaba de estallar y que podría ponernos en peligro.
Como podemos ver, en la vida diaria hay una infinidad de sonidos que
tienen un significado. Estamos rodeados de emisiones auditivas desde que nos
despertamos hasta que dormimos, aunque a veces los ruidos nos llegan a
despertar antes de tiempo.
El aire es el mejor conductor de las ondas sonoras para que se propaguen
hasta ciertos límites. La energía penetra por el oído y es enviada al cerebro
que la decodifica para darnos un acercamiento real de lo que está sucediendo
alrededor.
Los sonidos los emitimos las personas y también son artificiales,
producidos por artefactos. Tenemos expresiones que salen de la garganta para
realizar muchas tareas. Las cuerdas vocales se entremezclan para que emitamos
información, no necesariamente verbal, como lo sería un chiflido.
Este tipo de expresiones son conocidas como onomatopeyas, “imitaciones
lingüísticas o representaciones de un sonido natural”. Recuerdan que en la
serie setentera de Batman y Robin cuando se golpeaban con los villanos salían
los globos con las palabras “pum”, “zaz”, “bang” y otros más, esas son las
onomatopeyas.
Y estas no son exclusivas de un solo idioma, sino que su riqueza les permite colocarse en todas las lenguas que deseen. Según algunos estudios, el
japonés es la que las ocupa de manera corriente en su vida cotidiana, como lo
es la descripción fonética para “caminar”, que utiliza más de quince figuras
vocales.
¿Cuáles son los sonidos que tienen más onomatopeyas? Los de los animales
y se mueven entre el español, inglés, alemán, francés, polaco, húngaro, árabe,
italiano y, por supuesto, el japonés.
Con base en todo este bagaje, el ilustrador británico James Chapman tuvo
la genial idea de crear una serie de pósters animados que nos enseñan las
diferentes palabras y sonidos que representan las expresiones más coloquiales
del ser humano.
En su trabajo están los sonidos del elefante, los pensamientos, el
dolor, los bostezos, el cepillado de dientes, el silencio, las ranas, los
ladridos, los besos, las bebidas. Cada uno esta simbolizado de manera cómica y
de una forma tan sencilla que permite darnos cuenta de la abundancia del
lenguaje.
Para conocer más de los trabajos de James Chapman, den click en su
nombre.
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