La virginidad de Barbie

Para Rocío


En el mundo tenemos imágenes y tipografías que son reconocidas, veneradas o consumidas en demasía. La figura de Mickey Mouse, las Princesas de Disney, McDonald’s y el color amarillo de los taxis [aunque en la ciudad de México eso pasó a la historia] sólo por mencionar algunos.



Sin lugar a dudas, los símbolos que más atraen la atención son las representaciones religiosas, Jesucristo en la cruz y las vírgenes, y la muñeca Barbie, así es, el juguete insignia de la marca Mattel.



La cantidad de devotos de la religión católica es impresionante, se cuentan por millones. Cada domingo las visitas a las iglesias y capillas son obligadas para estar en paz con Dios. La venta de estampas, figuras de porcelana, escapularios, rosarios, cadenas y todo objeto relacionado es una de las actividades de los fieles.



La comparación mediática y masiva con Barbie es un fenómeno que si no llega a los niveles de la religión, tampoco se encuentra muy atrás en los escalafones de idolatría, con la llana diferencia de que es una mercadotecnia declarada y asimilada como tal.



Barbie es la muñeca por excelencia para las niñas, y cosa curiosa, Ken, su pareja, también lo es, jamás se verá identificado con un juguete para niños, y no es una cuestión de géneros, sino de idiosincrasia, es el novio perfecto. Es tan estrecha la relación que en la película Toy Story lo muestran con una personalidad enteramente metrosexual y, en ocasiones, afeminada.



Se preguntarán el por qué de la relación entre estos dos entes. Resulta que en la provincia de Rosario, en Argentina, hay dos artistas irreverentes conocidos en el medio como Pool y Marianela que tuvieron la idea de unirlos, trasformando a Barbie y Ken en vírgenes y santos, así nace The Plastic Religion.


Por supuesto que la controversia no se ha hecho esperar y las voces puras y castas del clero se han hecho presentes para pedir un alto total a la producción de estos juguetes.



Es un hecho que la intervención de las figuras de ambas corrientes afectaría las almas de los devotos, sin embargo, destaca que el hecho que más está indignando son las cuestiones de marketing, o sea, de dinero, ya que según algunos voceros religiosos hay una representación que es una marca registrada y su uso es exclusivo de las autoridades. En El Vaticano no faltó un obispo que dijera que ellos son los dueños de la imagen de la Virgen.



La polémica siempre resulta en un efecto boomerang, porque la curiosidad y el morbo se posesionan de los personajes y ahí puede radicar el éxito de los muñecos, que para algunos pueden resultar blasfemos mientras que para Emiliano Pool Paolini sólo se trata de fusionar las perfecciones de Barbie con la Virgen María, hablando de estándares de la mujer perfecta.



Y para que no quepa duda que estos artistas están alejados de la herejía, Pool y Marianela son católicos, bautizados y, es más, el primero curso todos sus estudios en instituciones religiosas, además de adorar a San Cipriano.



El tiempo para realizar cada muñeca les lleva alrededor de diez días, recorren bazares y tiendas de antigüedades para conseguir los vestidos exactos de cada virgen y santo. En algunos casos restauran los juguetes, ya que presentan deterioros. Para los Ken es el mismo procedimiento.


Los artistas dejan clara su posición, que no es un ataque a la Iglesia: “Ante un mundo que nos premia por pensar, actuar y sentir todos igual, Marianela y Pool se rebelan reafirmándose distintos. Emplean el humor para subrayar su desconexión con un universo histórico, político, religioso que resaltan ficticio y en el que ven atrapados a sus mayores… Marianela y Pool se rebelan para revelar.”


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