Los trayectos diarios para ir y venir de la escuela o el trabajo suelen ser muy largos para algunas personas. El vivir lejos de nuestros lugares de reunión, y no tener auto, implica viajar en transporte público . La mayoría conocemos la odisea que se vive al subir al camión, microbús, combi, Tren Ligero, Metro, Metrobús, Tren Suburbano o cualquiera de los nombres que reciba; éstos son sólo algunos de la ciudad de México. Primero, encontrar un lugar en algunos de los vehículos puede ser el primer obstáculo. Hay quienes, sin tener otra alternativa, deciden emular al Hombre Mosca y van colgados y expuestos a un accidente. Una vez que se puede llegar adentro, la siguiente complicación deriva en encontrar un asiento vacío para sentarse. Pueden pasar segundos o minutos, incluso, cerca de la hora. Cuando por fin se logra el cometido de descansar en lo que se viaja -quisiéramos decir cómodamente, pero en ocasiones los asientos atormentan el coxis y la columna- comienza la etapa del di