La visión de Manhattan
Cuántos lugares tienen el mote de “la ciudad que nunca duerme”. Es
probable que una buena cantidad de países cuente con un lugar que cumpla con
las características de mantener un ritmo que dura las 24 horas del día.
Una de las condiciones que guarda es que debe de ser una ciudad con una
afluencia de turistas bien nutrida; extranjeros que buscan distraerse con los
atractivos que dispone la localidad para satisfacer las necesidades de los
visitantes.
Nueva York no requiere presentación. Tiene todos los lugares mágicos que
el ser humano necesita. La variedad de actividades permite mantenerse activo de
la mañana a la noche y viceversa.
Manhattan es su corazón, un lugar “brillante, caótico y quisquilloso”.
Sus calles están repletas de vida, sensaciones que buscan atrapar al transeúnte,
juegan con sus sentidos, le crean una necesidad y busca complacerle con su
oferta.
Su arquitectura es una mezcla de nostalgia clásica con la modernidad;
rascacielos que emergen de las fauces de la superficie para devorar lo más que
puedan del cielo, un punto que cada día está más cercano, donde las nubes se acercan
a las manos como volutas de algodón.
Florian W. Mueller es un fotógrafo perdidamente enamorado de Manhattan.
Considera que “la ciudad nunca duerme porque tiene miedo de perder a un único
visitante abrumado”.
Su amor newyorkino lo induce a crear la colección Multivision Manhattan,
una serie de fotografías intervenidas de manera digital que nos muestran la
compresión de imágenes dotadas de una doble exposición.
El manejo de la luz y la búsqueda de la simetría lineal de los edificios, uno sobre otro, permiten apreciar bloques que otorgan una
postal de elementos que existen y son palpables.
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