Crash, cuadros extraños


La perversión es un lujo que muy pocos se pueden dar. Conlleva una parte de gran deseo conjuntado con la realización del mismo. Cuántas personas conocemos que llevan a cabo sus deseos, que no sólo son carnales, sino de otras índoles.


Este término por lo regular se acuña como algo malo, como algo “antinatural del comportamiento humano”, sin embargo no todo cae en este oleaje, también hay tierra que puede otorgar otro tipo de mensajes.


La perversión toca varias fibras culturales. El arte continuamente es inundado por representaciones artísticas con una fuerte carga de perversión. Habrá visitantes que gusten de matices y expresiones diferentes, otros que no desean pararse enfrente de obras de este tipo. Es probable que influya el concepto de “malo o desviado” en cada persona.


Un giro importante de la perversión la da el artista israelí Ron Arad. Lo que unos considerarían como una enfermedad, para Arad es un gusto, y con esto nos referimos al placer que le otorga ver al famoso auto llamado Cinquecento [o lo que es lo mismo, el Fiat 500] aplastado.


Los autos viejos, abandonados y chocados son la parte pervertida del artista, quien está en constante búsqueda para adquirirlos y meterlos en una prensa de metal para dejarlos en un aproximado de 12 centímetros de espesor.


¿En qué mente retorcida puede suceder esto? En la de un artista que busca romper con las exposiciones de objetos tradicionales; en alguien que creció viajando en Cinquecentos y que compró el suyo a un taxista en la calle mientras estaba el semáforo en rojo.


Así que esta perversión se convirtió en un ritual familiar y se expone en diferentes lugares como Pressed Flowers. Si quieren ver más de la obra de Arad, basta con que den click en su apellido.

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