Tatuajes que curan heridas
A lo largo de la historia del Indie Emergente hemos tocado un tema sensible:
el cáncer. No ha sido sencillo. Tenemos una historia cercana a nosotros que nos
ha marcado de por vida, pero que también nos ha hecho ver que la atención
temprana salva, la insistencia de saber qué le pasa al cuerpo hasta llegar al
diagnóstico final y triste.
Por fortuna, por entereza, por fuerza y por ganas de vivir, estamos
contentos de estar con esta persona, pero el camino fue largo [los fatídicos 5
años]. Vimos personas en la misma situación, hicimos amigos que al siguiente
día no regresaban a sus sesiones de radiación o quimioterapia porque habían fallecido.
Las y los sobrevivientes de cáncer deben ser un ejemplo a seguir. Buscar
la fuerza donde no la hay, encontrarla y volverla a perder es tan complejo
que el ser humano puede dejarse morir. Los procesos
médicos son agotadores. El fin es uno solo: ganarle la carrera a la metástasis.
El cáncer de mama, nuestro tema, una vez superado tiene varias aristas
por solucionar. La parte psicológica y la parte de la estética.
Los tratamientos son la continuación de una guerra a nivel celular que dejó
muchas heridas. Comienza una nueva batalla: la aceptación.
La mastectomía extirpa el o los senos dañados. En otras palabras, quitan una parte notable del cuerpo. Las cicatrices no sólo son externas,
llegan a un nivel interior, al núcleo de la feminidad que puede ser trastocada
por una sociedad ignorante.
Las consecuencias pueden ser desde alentadoras por ser vencedoras de una
de las enfermedades más crueles hasta desdichadas por haber perdido una
cualidad. Algunas llegan a pensar que dejaron de ser mujeres y buscan alejarse
de los hombres ante un posible rechazo.
Una opción que conocimos [no sabemos si hay otras alternativas] fue el implante
de una mama artificial. A partir de ahí se deriva la opción de tatuar el pezón
para acercarse, visualmente, lo más posible a la apariencia de un seno. La
persona es la única que puede decidir, es su cuerpo y sabe qué es lo que quiere
para él.
Bajo el lema “El cáncer de mama no tiene que dejar la última marca” el
proyecto P.Ink [Personal Ink] se da a la tarea de conjuntar a los artistas del
tatuaje con sobrevivientes para darle un giro a su vida después de la enfermedad.
P.Ink ofrece una opción que no había sido explorada desde el punto de
vista artístico. El objetivo es que la tinta ayude a sanar el alma. Es una
nueva forma de aceptación. Cada tatuaje que es colocado en las mujeres que así
lo desean, representa el espíritu aferrado a la vida, la necesidad de continuar
por voluntad propia.
Los tatuajes son hechos por los mejores tatuadores, así que la calidad
del trabajo es extraordinario. La belleza de los diseños sólo colabora con
la maravillosa esencia de una mujer combativa, hermosa por dentro y por fuera
que debe estar orgullosa de lo que ha logrado. Quizá la lucha más fuerte de su
vida.
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