Libros para pintar
Antes
de tomar clases de literatura universal y latinoamericana jamás me había
atrevido a subrayar un libro. Tenía
mucho cuidado de que no tuvieran ni
rastro de una mancha, los trataba con suma delicadeza
para que al final de la lectura quedaran como nuevos. Creía que rayarlos, aún haciéndolo con lápiz, aunque
se tratara de resaltar una cita importante, era una falta de respeto y, por supuesto, de cuidado. Eso era maltratarlo y
no saber apreciar su valor, además de que no se veía bien.
Durante
el curso de las materias de literatura, uno de los profesores comentaba que no tenía nada de malo subrayar, por el
contrario, si no se hacía, sobre todo cuando se analizaba la lectura, era como
si el libro nunca hubiera sido leído.
Lo importante es el contenido, no el
papel ni las palabras impresas, sino que esas mismas palabras entren a la mente
a través de la lectura.
Así
que me atreví a subrayar los
primeros libros, hacerlo permitía la consulta
de algunos pasajes con mayor facilidad; por lo menos eso funcionó cuando se
trataba de repasar notas importantes y prepararse para un examen. Ése podía ser
un punto a favor, pero también tiene uno contra, pues una vez que se termina el
curso y se conserva el libro, el hecho de que esté marcado le quita la fluidez a la lectura y provoca que el lector sólo se
concentre en los fragmentos marcados. Por lo que mejor opte por volver a
cuidarlos como en un principio.
Pintar el nombre del dueño del libro
sobre los bordes, subrayarlos o no es cuestión de cada quien, mantenerlos y conservarlos ayuda a que futuros lectores
puedan disfrutar de las historias que guardan los libros.
Existen
libros que son hechos exclusivamente
para dibujar, colorear o rellenar, y
con esos no hay ni qué pensarlo, si no están marcados con lápiz o color, probablemente ni siquiera fueron abiertos.
Hay
alguien que no lo piensa dos veces para pintar
los libros, y no en su interior, sino
en su parte externa. Se trata del artista originario de Los Ángeles,
California, Mike Stilkey, quien
utiliza como una especie de lienzo los
libros viejos que rescata de algunas bibliotecas para crear cuadro-esculturas.
Stilkey
comenzó este trabajo mientras realizaba diseños en los que utilizaba libros
antiguos y buscaba en su interior notas que
dejaban los lectores. Al recoger y apilar los libros, se percató que pintar el
lomo también podría tener su gracia y les daría una nueva vida.
Recolectar ejemplares de segunda mano ha llevado a Stilkey
a descubrir el encanto que tienen los
libros bien encuadernados, de tapa dura y de tonos sobrios, que
caracterizan a las viejas ediciones.
Para
crear su obra de arte combina tinta, lápiz de color,
pintura y laca en las que recrea animales
antropomórficos que tocan instrumentos o retratos de hombres y mujeres.
Stilkey
ha hecho instalaciones en diversas
galerías que le han llevando a utilizar de 5
mil hasta 10 mil libros, los cuales consigue sobre todo de los expurgos que
las bibliotecas le donan.
Me parece bien que hayan éste tipo de galerías porque se aprovechan los libros usados y la vez se aprecia las obras de arte. Felicidades Indie Emergente.
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