Momentos bochornosos
Uno de los momentos más embarazosos de cualquier ser humano es caerse
enfrente de alguien o de muchas personas. La sensación de perder la vertical
se traduce en milisegundos llenos de bochorno.
Lejos de pensar en la caída, lo primero que viene a la mente es quién o
quiénes podrían estar viéndonos, mientras, seguimos en ese descenso hacia la
superficie que nos mantiene de pie, o al menos así debería de ser, porque en
esos instantes no lo parece.
Aún vamos en el aire marcando una caída segura y seguimos sin pensar si
será de rodillas, si alcanzaremos a meter las manos o de plano nos iremos de
boca contra el suelo. Lo importante es que nadie nos vea, si eso es posible, o
por lo menos que sea la menor cantidad de personas.
Le tememos a la burla. Que los colores se suban a la cara es un signo de
vergüenza. Una vez que aterrizamos, lejos de hacer el conteo de los daños a
nuestro cuerpo, volteamos para hacer el recuento de las personas que nos
vieron, aquellos que quizá se espantaron, los que corren a ayudarnos, pero
sobre todo, los que se están riendo.
Hay quienes no saben donde meterse para dejar de ser el blanco de las
carcajadas, pero también existen los que se ríen de ellos mismos, restando importancia a los que hayan visto la caída o se hayan reído. Ellos son más
felices tonteándose a sí mismos.
El inventario de las raspaduras viene después cuando se ha bajado la
adrenalina de la acción incómoda de un día que ya no es cualquiera: rodillas y/o
codos rojos o ensangrentados, manos agrietadas y con escoriaciones, incluso, labios
partidos y dientes rotos.
Las caídas son uno de los recursos más utilizados en las películas o
series de comedia, ya que siempre provocan risa en los espectadores debido a
las formas que se dibujan en el aire, las caras de quien va en picada y la
figura que está en el suelo. Aquí se exagera más para que la secuencia sea
entrañable, aunque no dudamos que en algún momento algo así pudiera suceder.
Con base en estas situaciones bochornosas, el fotógrafo italiano Sandro
Giordano crea el proyecto In Extremis - Bodies With No Regret con imágenes hilarantes de
personas que se desplomaron de manera cómica.
Hombres y mujeres son sujetos de sufrir un percance, los accidentes no
tienen género. En las fotos podemos ver, literalmente, como se cumple
esa frase coloquial de “quedó patas arriba”, pues sus modelos tienen la cara
plantada en la superficie y las piernas en el sentido inverso de donde deberían
estar.
Por cierto, cada caída no sólo contempla al sujeto en el suelo, sino que
tiene efectos colaterales en lo que hay a su alrededor o con lo que traía en
las manos. No sólo el cuerpo sale volando, sino los objetos que se rompen, se
desparraman o se ruedan saliendo de su cauce.
Es probable que muchos de ustedes se identifiquen o revivan ese
instante, ya sea que les haya pasado o lo vieran en otra persona. La pregunta
final es, ¿qué es más importante en la caída: lastimarse o que alguien se ría
de nosotros?
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