Ocupando los espacios... con humanos
Esa idea
de que en varias ciudades ya no cabe ni una aguja de repente suena disparatado.
Si lo tomamos en un sentido literal, podemos darnos cuenta de que espacio hay
mucho, de lo contrario no podríamos ni caminar, mucho menos movernos de un lado
para otro.
El asunto
es que la forma en la que están trazadas las ciudades permite la movilidad de
las personas y la construcción de edificaciones [la planeación de las
autoridades para el desarrollo de estos conceptos, es un tema diferente al que
nos compete]. Se construye porque hay espacio, es más, diríamos que mucho. En
Japón lo tienen muy claro, por eso han decidido construir hacia arriba.
Si nos
ponemos a analizar por un momento los lugares que recorremos a diario, será
fácil constatar que hay áreas que están desaprovechadas, donde se podría colocar
algo que ayude a la ciudadanía. Aunque algunos dirán que las aceras están
atestadas de puestos ambulantes y que, entonces, ahí ya no hay espacio, lo cual
es cierto, pero es innegable que esos comerciantes si vieron un espacio para obtener una fuente
de ingresos.
Al
lugar que volteemos, siempre habrá un espacio. Seguramente, por el trajín
diario, no pensamos la forma en que podríamos ocuparlo, rellenarlo o utilizarlo. Los
clavos dejan huecos que se cubren con cemento o yeso, sin embargo, algunas
personas descubren un uso diferente para ese hoyo. Hay maneras de reutilizarlos, de convertirlos en algo diferente a su uso acostumbrado.
La estética
visual del entorno es rica en lugares vírgenes, y no tanto, para colocar
objetos contemplativos o herramientas de bienestar para la gente. Modificar ese
paisaje debería de correr a cargo de especialistas en urbanización que otorguen
elementos nuevos a las personas, sorprenderlos con los detalles.
Willi
Dorner es un artista del performance que tiene muchas inquietudes. Una de ellas
es la de cubrir los espacios vacíos para cambiar la apariencia urbana y atraer
la atención de los transeúntes para hacerles el camino más alegre… siempre y
cuando se den cuenta de que hay alguien que ha intervenido su contexto.
Bodies in Urban Spaces es un proyecto perfomancero plagado de bailarines, tanto
mujeres como hombres, que se dedican a alterar el campo visual de la calle, las
escaleras, los postes, los depósitos de correo, las bancas de los parques, las
fachadas de edificios y todo aquello que se le ocurra a su líder Dorner.
La idea surge a partir de darse cuenta de que hay espacios exteriores
que pueden ser utilizados, y rellenados, con cuerpos humanos, influyendo en el
paisaje urbano. La primera participación de este colectivo se dio durante el
Festival Paris Quartier del 2007, y de ahí, hasta la fecha, han recorrido diversas ciudades de Europa y Estados Unidos.
El objetivo primordial de Bodies in Urban Spaces es crear un vínculo con
los espectadores que están expuestos a sus representaciones para que los sigan
en su siguiente instalación, ya que todo es efímero e itinerante.
Es así como la forma de apreciar la arquitectura se ve trastocada por la
inclusión de cuerpos multicolores en zonas donde normalmente no hay algo. Willi Dorner coloca su expresión e idea en medio de lugares que están [estaban]
desolados.
El diálogo visual y artístico se produce al fusionar el espacio, las
edificaciones y los diferentes cuerpos de los bailarines. Los trayectos diarios
de las personas sufren una alteración que gusta al espectador y que al
enterarse de que en determinado momento se van a mover de ahí, provoca la
necesidad de seguirlos para conocer que forma adoptarán.
La intervención temporal por medio de módulos humanos diversifica la
función de las estructuras y otorga
amplias posibilidades de recrear lo que pensamos era limitado, como sería la
disposición de la urbanización.
El artista invita a los habitantes de la ciudad a ver, admirar y
analizar sus obras humanas a través de una caminata.
Para conocer más de Willi Dorner, den click en su nombre.
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