Las apariencias engañan, los rayos X no


Al igual que Leon-O, líder de los Thundercats y poseedor de la Espada del Augurio, el fotógrafo inglés Nick Veasey también quería ver más allá de lo evidente y lo consiguió, sólo que no lo hizo a través del  Ojo de Thundera, sino mediante máquinas de rayos X.



En un inicio el trabajo de Veasey consistía en fotografía convencional hasta que un estudio de televisión le pidió fotografiar una lata de refresco utilizando rayos X. La misión la terminó en menos tiempo del que había contemplado, por lo que decidió aprovechar el equipo que había rentado e hizo unas cuantas tomas a sus zapatos. El resultado le fascinó y fue el inicio de una carrera que lo ha llevado a ser reconocido, además de ganar varios premios.



Lo que para millones de personas que se disponen a viajar en avión puede representar algo  molesto, pues el atravesar por los detectores de los aeropuertos lo consideran una intromisión a la privacidad, para los agentes de seguridad, que ven todo lo que contienen las maletas que pasean por la banda de inspección y gracias a la tecnología de la radiación electromagnética, es un desfile constante de posibles amenazas, pero para Veasey la radiación de los rayos X es su principal herramienta de trabajo y le da una connotación completamente distinta. Considera que captar más allá de la simple apariencia le da otro valor a las cosas y se desvela una belleza interior o una vacuidad absoluta que rara vez observamos.





Para llevar a cabo su obra, Veasey cuenta con varias máquinas de rayos X industriales, 200 veces más potentes que las de los hospitales, las cuales aloja en unas instalaciones especialmente diseñadas para guardar la radiación, construidas de gruesas paredes de hormigón forradas de plomo.




El fotógrafo está consciente del peligro de la radiación, es por eso que trabaja con expertos para minimizar el riesgo, y tanto él como las máquinas se someten a revisiones constantes.




Los esqueletos humanos que se aprecian en las fotografías no son de seres vivos. Veasey utiliza esqueletos en trajes de goma, de los que usan para su formación médica los radiólogos, y cadáveres  donados. Con éstos sólo tiene 8 horas para trabajar antes de que llegue el rigor mortis y ya no puedan ser manipulados.




Veasey coloca en el piso principal o contra las paredes de plomo de su estudio, el objetivo a disparar, si éste es de menor tamaño, si se trata de objetos de mayores dimensiones tiene que realizar varios tiros y por partes, además de que el tiempo de exposición y el grado de radiación es distinto.



Veasey ha retratado más de 4 mil objetos en los últimos 10 años, desde un oso de peluche hasta la más grande radiofotografía, registrada en la historia, de un Boeing 777, que está integrada por 500 radiografías y le tomó un año terminarla.




Una vez que obtiene las placas, éstas son escaneadas y editadas en Photoshop para darles mayor calidad.



Lo que el ojo humano es incapaz de ver, Veasey lo revela para darlo a conocer y demostrarnos que lo que importa es el interior y no las apariencias.





Nick Veasey considera que "una radiografía es una interpretación honesta de cómo se hacen las cosas. Esto muestra a las cosas por lo que son, y lo bien que están hechas o no".

Aquí el video de cómo realiza su trabajo:

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