Maximizando a los tailandeses


El turismo es una de las actividades que mueve al mundo. Los constantes viajes que se realizan al interior o exterior de un país representan una entrada económica a los destinos.



Hay lugares que pareciera que son de visita obligada: Nueva York, París, Roma, Londres, Madrid, Berlín, Buenos Aires, la Ciudad de México y, curioso, Cancún, famoso por sus playas.


Es extraño escuchar que alguien vaya de vacaciones a Surinam, Croacia, Angola, Alaska o Venezuela. Son territorios que no figuran en los encabezados de las agencias de viajes, sin embargo, tienen su belleza que aún no explotada.



Hay un sitio que de un tiempo para acá tiene una magia que atrae, desgraciadamente, a cierto tipo de turismo: el sexual. Tailandia es un país que tiene la mala fortuna de ser catalogado como territorio libre para el sexo, cuando la prostitución y todas sus ramificaciones son penadas como en cualquier parte del mundo.


Bangkok, su capital, tiene la ¿distinción? de ser llamada "La Capital del Sexo”. Es cierto que hasta cierto punto las autoridades lo toleran y que tiene uno de los corredores más famosos llamado Walking Street, donde se puede observar una gran cantidad de locales y establecimientos que provocan la lujuria.



Más allá de estos atributos, Tailandia tiene una vida que camina separada de la cuestión de comprar sexo. Su sociedad es similar a cualquier otra sociedad del hemisferio.


Un mote que es poco conocido es el de “El País de las Sonrisas”, porque su población, principalmente la clase media, siempre muestra sus dientes por la felicidad con la que vive a pesar de las preocupaciones por buscar la mejora en su condición económica.



La pintora Lampu Kansanoh es una fiel cronista visual del diario acontecer de Tailandia. Su trabajo se basa en capturar la felicidad y el trajín de la clase trabajadora tailandesa, un sector que ve desprotegido y abandonado, incluso la telenovelas locales sólo tienen personajes de la alta sociedad.


Ella considera que la población tiene un carisma especial. Así que su trabajo se basa en atrapar eso, pero de una manera muy peculiar: las cabezas son del tamaño de un melón, figura desproporcionada del cuerpo, maximiza las gesticulaciones y da un especial énfasis a la sonrisa… con todo y dientes incluidos.



Sus caricaturas tienen carga humorística a pesar de tener escenas algunas dramáticas. Es relevante su postura agradable frente a la élite social que no quiere mezclarse con ellos. Una lucha social cargada de arte.


Para ver más de la obra de Lampu Kansanoh, den click en su nombre.

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