Tejiendo erotismo
La aparición de
la píldora anticonceptiva, por allá de los años 60, no sólo produjo cambios físicos en la mujer, también transformó a la sociedad. Poco a poco
las mujeres se fueron despojando de los
prejuicios respecto a su sexualidad alcanzando un papel más libre y activo
en la intimidad.
En la actualidad las
jóvenes viven su sexualidad con una mayor libertad que sus madres o
abuelas. La diferencia generacional es amplia, pero aún con los avances, se sigue conservando en la psiquis de
las féminas, antiguas concepciones
impuestas por un modelo social patriarcal, y en muchos ámbitos los temas
acerca de la sexualidad y el erotismo siguen siendo un tabú.
El concepto de género, que tiene que ver con lo que
culturalmente se espera acerca de las conductas
de mujeres y varones, se ha modificado,
y no resulta fácil que una sociedad se adapte al cambio.
Muchos prefieren
no hablar respecto a estos temas, por desconocimiento, por vergüenza,
porque los consideran prohibidos o también porque no desean hacer un comentario
que los lleve a revelar y compartir
experiencias personales, y quieren dejar la intimidad en la privacidad.
Mucho se dice de la diferencia entre libertad y libertinaje, la primera
entendida como la capacidad de pensar y actuar con voluntad y responsabilidad. La segunda como la adopción de una conducta desenfadada y totalmente abocada a
satisfacer el placer y los caprichos.
Hoy en día, enfocándonos exclusivamente en las
mujeres, comparten fotografías, las famosas selfies, en las redes
sociales, en poses sensuales,
mostrando su lado sexy, con ropa
provocativa, en las que dejan de
lado la privacidad pasando al terreno de hacer pública la intimidad.
La artista estadounidense
Erin M. Riley se concentra justamente en el erotismo, la diversión caótica y libertina que forman parte de la
juventud contemporánea para realizar su trabajo.
La obra de Riley no sólo llama la atención por la temática que aborda, sino también por la técnica que utiliza. La artista teje imágenes de mujeres en distintas situaciones
utilizando telares. Realiza tapices de selfies de jóvenes en ropa
interior, metiéndose en algún lío
con la ley, fumando, bebiendo, consumiendo algún tipo de droga.
Erin teje situaciones
incriminatorias de su generación, vinculadas al sexo y a las drogas, donde las mujeres son protagonistas. Los
tapices se caracterizan por la ausencia
de rostros definidos lo que las convierte en imágenes universales. Algunas son fotografías de la propia artista y otras de mujeres anónimas
halladas en internet, que recrean
comportamientos de la generación nacida a partir de mediados de los 80 y que, por lo general, se almacenan y distribuyen en Facebook, Snapchat, Tumblr o
en la privacidad de un teléfono móvil.
Con su obra Erin despierta
al voyeurista que llevamos dentro y puede provocar en el espectador una curiosa y sutil perversión.
Comentarios
Publicar un comentario