Rurubu



Diferentes disciplinas artísticas han sido fusionadas por ilustradores, diseñadores gráficos, pintores, fotógrafos y todos los que dedican su vida a crear obras de arte y que están en busca de nuevas formas de expresión. Ahora les compartimos una interesante combinación, que tal vez no hubiéramos imaginado, la danza clásica con la caligrafía japonesa.


Si son de los que admiraran los increíbles trazos de la escritura japonesa,  pero consideran que es muy complicada para ser aprendida, les mostramos una forma de entenderla sin necesidad de tomar clases, lo único que se requiere es ser buenos observadores y perceptivos para captar el mensaje que transmiten tan bellos aunque complicados diseños



¿Cómo es que estas dos disciplinas se mezclan? Una apasionada, tanto de la danza como de la cultura japonesa, es la fotógrafa canadiense Haley Friesen, quien siempre ha pensado que los trazos de la caligrafía nipona se asemejan a los movimientos ejecutados por los bailarines de ballet.



Friesen encuentra coreografías en los amplios gestos y giros que forman las líneas y salpicaduras de tinta que integran los caracteres hiragana y katana [silabario del alfabeto japonés].



Con el objetivo de ensamblar y retratar estas dos Bellas Artes, Haley Friesen unió su talento al artista Nobuhiro Sato. Juntos crearon Rurubu [que significa "bailar y fluir lentamente" en japonés].



Con ayuda de las bailarinas Kathleen Legassick y Meaghan Silva, Friesen fotografíó cada movimiento de su danza, en su estudio ubicado en Canadá, posteriormente imprimió las imágenes en papel acuarela y las envió a San Francisco donde se encuentra Sato. Él siguió el ritmo de las modelos y procedió a pintar sobre ellas con tinta sumi, y las regresó a su colega.



La primera reacción de Sato al ver las fotografías fue la incorporación de la palabra "Rurubu" o るる , de ahí el título de este proyecto. La forma cómo el artista describió los retratos fue para Friesen la manera de interpretar un movimiento físico complejo y preciso en cámara lenta para que cada posición fuera reconocida.



Al igual que la caligrafía japonesa, los movimientos de la danza deben ser precisos, pues son únicos e irrepetibles, requieren concentración, cada línea es única, es un nacimiento, y se convierte en la manifestación de ese momento. Es por eso que la escritura no puede ser retocada, y no se puede fallar en el trazo.



El encuentro sutil entre los movimientos de los cuerpos de las bailarinas, las curvas poderosas y la energía de la caligrafía refuerzan el efecto visual logrando transmitir al espectador diversas emociones.



Si quieren conocer más obras de estos artistas, den click en sus nombres: Haley Friesen y Nobuhiro Sato  




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