El complicado arte de ser mamá

De El Sam - marzo 17, 2016

Pensamos, y estamos seguros de que es así, que el hecho de que las mujeres fueran elegidas por la naturaleza [o por Dios] para ser mamás tiene una razón de ser.

Las mujeres son infinitamente más fuertes que los hombres. Su umbral del dolor sobrepasa lo que el sexo fuerte podría aguantar. Su capacidad de organización no tiene comparación.

Ellas tienen el don de darle vida a la vida misma, engendrar a una criatura dentro de su vientre, alimentarlo y hacer que cada uno de sus órganos se vaya formando a la perfección es, y seguirá siendo, lo más espectacular.

Los hombres deben de estar orgullosos de contar con una pareja que tiene la característica de ser guerrera, y no porque vayan a hacer las cosas por ellos, sino porque son un digno ejemplo que merece la admiración total.

Declararse fan de ellas debería ser una obligación, procurarla, cuidarla y respetarla son conceptos que deben de prevalecer en la relación, en el seno familiar.

Su fortaleza es tan inmensa que son capaces de levantar un auto cuando se da cuenta que su hijo está debajo, atrapado. La protección que brinda no tiene límites, es omnipresente y omnipotente.

Gran parte de su vida la deja en sus hijos sin pedir algo a cambio. Los tiempos se vuelven de los demás y para ellas queda lo mínimo, lo cual puede equilibrarse si el hombre asume el rol que le corresponde en el hogar.

La fotógrafa Yuliya Skorobogatova es madre de un bebé que le consume sus días con actitudes y aptitudes nuevas conforme pasan los minutos. Ella es consciente de que su pequeño necesita toda la atención durante el crecimiento.

Las exigencias de criar a una personita y velar por ella la han llevado a documentar con una cámara y un selfie stick su vida cotidiana al lado de su pequeño. Los que aún no tienen bebés no creen que hasta en el baño quieren estar con los padres, aunado a que de pequeños no se les puede dejar solo por periodos prolongados de tiempo.