La escena del crimen en el tiempo




Dentro del medio periodístico hay un género que no es muy bien visto por muchos, y que para otros les representa un castigo: la nota policial o, comúnmente llamada, nota roja.


El cubrir los hechos violentos no es cosa sencilla. Aquí el trabajo incluye sangre, entrañas, persecuciones, golpes, pero sobre todo, conocer el lado más primitivo y salvaje del ser humano, y eso, no lo soporta cualquiera.


Aquí no existe el “se puede”, de este lado se ven imágenes impactantes, difíciles para ser asimiladas. Se debe tener corazón y sentimientos fuertes para enfrentar la fragilidad del cuerpo ante un accidente, ya sea un hombre, una mujer, inclusive, un niño atropellados, asesinados o quemados. La imagen de la peor muerte está en la antesala de la libreta de notas y la lente del fotógrafo y/o camarógrafo.


Sin lugar a dudas, también se ha ganado mala fama por la crudeza de las estampas que están plasmadas en la prensa escrita, principalmente. Una parte de la sociedad acusa a los medios de insensibles, de amarillistas, de sangrientos. La parte grave de esto es que la fascinación por ver sangre, vende. Así de fuerte es la naturaleza de los individuos.


Y ni hablar de la forma en que están redactadas las notas, quizá por la velocidad con la que se escriben, por cumplir una cuota nocturna -porque eso si parece una ley, la violencia espera la noche para aparecer, salvo unos cuantos casos que suceden a plena luz del día- o, simplemente, porque no hay necesidad de seguir las reglas gramaticales ni ortográficas, pero el contenido deja mucho que desear por sus obviedades y confusiones [cómo olvidar el famoso caso donde alguien escribió “llegó la policía y maniató a la víbora].


La escena del crimen siempre ha sido un excelente material para los medios de comunicación en general. Su explotación es sinónimo de dinero. El lugar donde ocurrieron los hechos es la primera información que debe de aparecer en una nota informativa para causar mayor expectación, entre más conocida sea la zona, provocará revuelo en la sociedad.


Los fotoperiodistas recorren las calles o esperan la orden de su editor para encontrar el mejor ángulo de un suceso. Siempre tienen sintonizada la frecuencia radial de la policía para acudir lo más rápido, incluso, llegan a estar presentes antes que las autoridades. El aullar de las sirenas se convierte en música para sus oídos y fuente de trabajo para buscar las tapas de la sección policial.


La profesión tiene muchísimos años de ejercida y, con el paso del tiempo, la situación no ha variado mucho, el mismo tipo de sucesos trágicos en el asfalto se sigue dando. Sus imágenes definieron una era que prevalece, y que dan fama a las metrópolis como violentas o tranquilas.


Nueva York es una ciudad que ha tenido serios problemas con el crimen. Ahí vive el fotógrafo Marc Hermann que desde 1997 ha cubierto esta fuente de información, desvelando imágenes de áreas donde al dar la vuelta a la esquina, varias vidas cambiaron de rumbo, como víctima o victimario.


Hermann ingresó a los archivos fotográficos del Daily News para recopilar material y combinar las diversas escenas del crimen del pasado con la actualidad, mismo lugar donde ocurrió un incidente, causando sorpresa en las personas que viven actualmente en la zona. Sería difícil imaginar que al caminar por un lugar, hubo una persona muerta o herida, charcos de sangre que se fueron desintegrando con el paso del aire, agua y el tiempo.


El concepto lo ha titulado Then and Now y está inspirado en las fotos de periodistas gráficos de los años 40 y 50 que surcaban la ciudad en búsqueda de la nota. Un tributo a aquellos que también arriesgaron la vida por una foto comprometedora, una retrospectiva editorial.


Marc Hermann aclara que le fue casi imposible compaginar a la perfección las imágenes del pasado y presente, aunque también cree que sólo un buen ojo analítico sería capaz de distinguir los errores. Apela a que un cúmulo de personas sólo verá el recuadro sin prestar atención al montaje digital, a la discriminación visual que tiende a hacer la vista.


Su trabajo es el camino que delineó para dar otra perspectiva, una forma de recordar a la gente involucrada, al espacio que lleva grabada la línea de tiempo.



Para ver más del trabajo de Marc Hermann, dar click en su nombre.

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