Clavando arte




El escultor Marcus Levine no aplica aquel dicho de “un clavo saca otro clavo”, sí necesita clavar muchos pero no para sacar a los demás, al contrario, él se dedica a martillar miles de pequeñas barras delgadas de metal, puntiagudas, para lograr magnificas obras de arte.


Levin es un artista británico clavado y apasionado de su trabajo. Buscando su propio camino artístico, un buen día comenzó clavando pequeñas tachuelas sobre una madera para representar una figura humana, el resultado le gustó, y desde entonces continúa perfeccionando su técnica hasta lograr la creación de verdaderas maravillas, compilándolas en su serie Nail Sculptures.


Marcus Levine hace un arte figurativo entre las dos y las tres dimensiones, sólo necesita un buen martillo, paneles de madera y aluminio y, por supuesto, el objeto principal, clavos plateados y negros. Cabe destacar que el escultor no utiliza bosquejos, le basta con tener una fotografía y el resto, él lo hace posible. Mide todo al milímetro, se aleja de sus obras para vigilar que cada elemento esté en el lugar adecuado y forme parte del todo con armonía. Vuelve a acercarse y sigue clavando.


Completar una obra le puede llevar de tres días a dos meses, dependiendo de la dificultad de la misma, en la que puede llegar a martillar aproximadamente entre 15 mil y más de 50 mil clavos. Lo importante y admirable de su trabajo no es la cantidad de clavos que utiliza y martilla, sino la capacidad que tiene para construir escenas cargadas de sensibilidad y detalle.


La mayoría de sus piezas escultóricas se centran en el cuerpo humano, una curiosa elección pensando en que trabaja con algo tan rígido, inflexible y frío, como lo son los clavos de acero, y más siendo para crear representaciones llenas de curvas, pliegues, contornos suaves y delicados.



Sus esculturas parecen fundamentarse en el puntillismo, sólo que con clavos, ya que ésta es una técnica pictórica -derivada del impresionismo, y que se caracteriza por emplear leyes físicas y fisiológicas-, que consiste en la obtención de las gamas cromáticas mediante la aplicación de puntos o rasgos yuxtapuestos de colores planos y que mirados desde cierta distancia producen la adecuada mezcla óptima que define la imagen.



En el caso de las esculturas de Marcus Levine, al igual que en el puntillismo físico, es muy importante que sean contempladas desde determinada distancia, pues eso ayuda a que el espectador logre ver una imagen definida y con volumen. Es por eso que para componer las esculturas y dar cierta textura, el artista se vale de la altura y la distancia entre los clavos, que combinados con la luz obtiene distintos tonos dependiendo del ángulo en el que se sitúe el espectador y de cierta manera sus obras adquieren un grado de vida propia. Si no se hiciera de esta manera, el observador pensaría que está frente a un dibujo  hecho a lápiz.


Para conocer más de la obra del escultor den click en Marcus Levine

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