Batallas futboleras


Es innegable, guste o no, el futbol es el deporte más popular en el mundo; la actividad que más personas practican al requerir de muy pocos elementos para pasar horas de diversión.




A muchos nos consta que no es necesaria una pelota para practicarlo. Con un simple bote de plástico se pueden armar las retas de la “cascarita” o se lleva hasta las últimas consecuencias una serie de penales. Ni que decir de lo que se puede hacer con hojas de papel envueltas con cinta adhesiva; esa pelota serviría para otros deportes.




La imaginación no tiene límites para correr tras un objeto que tiene que terminar dentro de las redes o cruzando las líneas de un par de postes imaginarios que nos permiten gritar: ¡goooool!




La popularidad del futbol recae en sus jugadores estrella, en la historia multicampeón de los clubes más importantes de cada país, en el surgimiento que puede ir ligada a una causa social, en otras tiene raíces políticas. Hay equipos del pueblo como los hay de los “millonarios”.




Y a pesar del gusto colectivo y masivo con el que cuenta, sus historias han sido llevadas a la pantalla grande en contadas ocasiones. Pueden existir un sinfín de razones, pero no tienen la intención de instalar la figura del futbolista en el firmamento donde se encuentran las estrellas pop, las personalidades mundiales que no requieren moverse sólo en el ámbito pambolero para ser reconocidos por cualquiera.




La cuestión del marketing carece de estrategias que comulguen con la esencia que pretender tener los equipos con sus hinchas; no existe una relación estrecha con esa parte de la sociedad que los apoya cada fin de semana; los community managers prefieren evitar las críticas y deciden bloquear a los detractores.




La cartelera deportiva de cada fin de semana es proyectada en cortinillas de los programas que son tan aburridas como los comentarios de los llamados “especialistas”, ex jugadores y ex árbitros que manejan su lenguaje bajo el trazo de una línea, aunque se hable de objetividad.




A pesar de los miles de millones de dólares que se ganan al año y que ingresan en las arcas de los equipos, las federaciones y la FIFA, no hay un atractivo, algún visual que llame la atención del público que apoyará desde el sillón de su casa o en las gradas del estadio, una imagen con la suficiente fuerza de crear la necesidad de asistir, de elevar a sus jugadores a la categoría de superheróes.




La batalla para que esto suceda no está perdida. El diseñador gráfico Isa Kerimov presenta un proyecto que podría resultar innovador y un revulsivo para todas las ligas, desde las profesionales hasta las amateurs.




Una basta colección de pósters cinematográficos que plasmarían las próximas batallas sobre el empastado de los estadios; imágenes que remitirían a las hazañas de los espartanos, a las grandes peleas dentro del Coliseo romano o las gestas que se vivieron en la Edad Media.




Cada equipo tiene a sus líderes, goleadores, pasadores o defensas natos que sobresalen por su técnica y sutileza para tratar el balón. Ellos son el ejemplo viviente de las castas que buscan conquistar a toda costa el ansiado trono, sentarse en la cúpula de una liga que sirvió de escalones para tomar esa estrella que se integrará a su escudo de armas.



Kerimov no entrega los pósters de batallas épicas. Su gambeteo es nato, así que si quieren ver más de sus jugadas, sólo basta que den click en su nombre.

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