El otro lado del clip
Improvisar es una acción en la que muchas personas se pintan solas. Y
no nos referimos solamente en la improvisación del arte de hablar en público, inventar una canción, crear historias, hacer
algo no planeado. También se tiene el ingenio
para reparar cualquier objeto incluso no teniendo las herramientas
necesarias.
Un alambre, unas pinzas, una cinta
adhesiva, un cable, cualquier pegamento, lo que sea funciona para sostener un
marco, detener una antena, unir tela, sellar, en fin, las posibilidades que se le puede encontrar a las cosas es infinito.
Es así como hasta el más sencillo objeto cotidiano se le puede atribuir funciones
diversas más allá de para lo que fueron creados.
Un objeto que suele vivir en las oficinas
es el clip, su funcionalidad
principal es la de sujetar papeles y mantenerlos ordenados, pero también
podemos hacerlos multiusos. Uno de
ellos es convertirlos en obras de arte,
como por ejemplo, en pequeñas o grandes
esculturas.
Deshacer la forma habitual del clip, manipularlo
y unirlo a otros más en la forma que nos plazca puede originar creativas figuras, como las esculpidas por
el artista italiano Pietro D’Angelo.
D’Angelo dejo a un lado los papeles, le
quitó a los clips la tarea de sostenerlos y les dio una forma más atractiva,
claro que para ello utilizó todo un ejército de clips.
La flexibilidad
del clip le dio otras posibilidades que materiales como el mármol y la
piedra no le daban, la maleabilidad hizo posible la existencia de personajes,
accesorios y detalles que con elementos más sólidos y duros hubiera sido más
tardado y complicado de esculpir.
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