Rompiendo el estereotipo queer
En la actualidad las sociedades se sienten más desarrolladas, se dicen más cultas, se sienten más maduras que las de nuestros padres, y ni hablar de la de los abuelos. Y en efecto, así debería de ser, pero del “debería” al “es” hay un trecho muy, pero muy largo.
La intolerancia hacia el otro, el que es diferente a nuestras creencias,
el que tiene preferencias sexuales distintas, el que profesa otra religión, se
volvieron el común denominador de una sociedad hipócrita, llena de prejuicios,
cobarde y desleal.
Acompañados de una iglesia católica-cristiana que prefiere encubrir los
abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes, se escudan bajo la supuesta palabra de Dios
que, según ellos, la familia debe ser compuesta por papá, mamá e hijos. ¡La
pederastia va primero!
Una Biblia que fue escrita por hombres, donde la mujer tiene tatuada en
la frente la palabra puta, o si mejor le va ama de casa. La ausencia femenina en
la iglesia es sinónimo de machismo, de falta de respeto, una vez más, de
intolerancia hacia lo que creen que es correcto.
Ahora dejan de lado el nulo papel de la mujer. El objetivo se centra en
la comunidad LGBT, personas como cualquiera de nosotros que tienen los mismos
derechos humanos y cívicos que cualquier individuo heterosexual.
La lucha por el respeto a sus preferencias parece interminable. Son
atacados por todos los frentes y en todos los lugares. Entre ellos mismos hay
pugnas, lo cual pinta un escenario terrible donde la cima de la tranquilidad
está demasiado alta.
El cine y la televisión retoman estas temáticas, presentan historias
diversas de lucha continua, vejaciones, dolor, rupturas sentimentales. El amor
es único, no importa si hay dos vaginas o dos penes, es un valor espiritual.
En ese mercado del entretenimiento se da un cliché: por regla general,
los gays o lesbianas siempre son blancos, si aparecen latinos, árabes o negros
el mercado se escandaliza. ¡Hasta en eso hay problemas!
Mohammed Fayaz, alias Mojuicy, es un queer [que asimila su identidad
sexual; anteriormente se atribuía la palabra como “marica”] que vive en Queens,
Nueva York, un barrio multicultural; es una persona de “color” que se percata
de este suceso en las producciones visuales por lo que decidió hacer algo.
Mojuicy ilustra su contexto dando a conocer que también hay ciudadanos
de color con preferencias sexuales diferentes a las establecidas, no sólo los
blancos tienen el derecho a ejercer su sexualidad, los otros también deben de
ser incluidos, y no como un acto de rebeldía, sino como un acto de realidad.
Sus trabajos son descarados para un sistema que suele ser opresor con la
libertad humana. Para él fumar mota y estar sentado en la banqueta con los amigos
es lo más normal; seguro para los demás sería un escándalo; la homosexualidad
musulmana es un paso más en el desarrollo del ser humano, no transgrede la
moral de nadie.
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