La utopía de lo políticamente correcto
Vivimos en un mundo con doble moral y sólo basta revisar nuestro
muro de Facebook para constatarlo: amistades que suben o comparten
imágenes con leyendas llenas de positivismo, cuando fuera de ese
muro sabemos que son lo contrario.
Se vive de poses, de agradar a los demás, de aparentar, aunque la
realidad sea inversamente proporcional.
El término “políticamente correcto” engloba todas las reglas que tiene
en su interior el Manual de Carreño: si vamos a un lugar donde no queremos
estar, hay que poner buena cara; saludamos a quien no queremos; evitamos mentarle
la madre al taxista, aunque nos rompa el espejo del auto; hacemos lo que no
queremos con el único fin de ser una persona modelo. Dicen que dijo Jesús que hay que poner la otra mejilla... no lo creemos.
Con está actitud dejamos en prisión el mostro que llevamos dentro, la
furia contenida por gritar improperios y en su lugar liberamos a un muñeco que
deja que le hagan lo que quieran.
Lo mismo sucede en el arte: se debe de encuadrar bajo las grandes
escuelas y corrientes artísticas, lo que se sale de esos parámetros no es
considerado arte, incluso lo consignan como vandalismo y una falta de respeto a
los grandes maestros.
Lo que para algunos es bello, para otros no lo es, la cuestión radica en
la percepción y los gustos de cada receptor. Cada sensación se convierte en una
utopía de lo que quisiéramos que los demás vieran, pero el contexto intelectual
tiene ramificaciones y llega a ser diferente.
Pocos caemos en el juego de lo políticamente correcto. La tentación por
romper las reglas tiene una vigencia permanente que ni las leyes logran
controlar.
David MacDowell tiene toda la imaginación deseada, harta creatividad por
deformar lo establecido, así que no tiene nada de correcto. Sus ideales se
basan en la irreverencia y la sátira que se ve reflejado en sus obras.
Las ilustraciones que elabora tienen referencias culturales que son
impactadas por toques burdos que se mofan de lo establecido, son críticas de
la escena pop mundial, desde la música al cine y la televisión juega con los
iconos relevantes.
La gama de colores es indispensable para sus pinturas, enfatizan el mensaje socarrón, dan fuerza a sus personajes para
burlarse de un hecho o de una acción.
Si les gusto lo que hace MacDowell, den click en su apellido y listo.
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