Chicles arquitectónicos


En los años 80 había un personaje de una serie de comerciales que se llamaba “El Villano Reventón” que se dedicaba a reventar las bombas de los chicles Futy-Gom. La publicidad fue fundamental para incrementar las ventas de la marca.


El chicle es una de las golosinas preferidas de chicos y grandes. Hoy, existe una gran cantidad de marcas y precios. Su uso no sólo radica en “hacer saliva”, sino que su utilidad cambió para ser un refrescante de la garganta y en el combate al mal aliento.


Las presentaciones también se modificaron. Lo tradicional eran las tablillas como la de los Adams, cuadretas, minitablillas y bolitas multisabores. Los chicles ya pueden traer chile en su centro o forman parte del caramelo como las Tutsi Pop.


Algunas personas tienen la mala costumbre de pegarlos en donde sea cuando ya les quitaron el sabor. Aquellos que son arrojados al piso se convierten en un costo alto para los gobiernos que tienen que invertir recursos económicos y humanos para retirarlos.


El fotógrafo Sam Kaplan no los masca ni mucho menos los tira, sino que compra todos los que son de tablillas, y si son de colores mucho mejor, porque les encuentra una utilidad arquitectónica.


Separando la diversidad, construye diferentes figuras geométricas en 3D que brillan por la organización y distribución del plano donde serán fotografiados. El manejo de la luz permite vislumbrar edificaciones que se muestran imponentes.


Para ver más del trabajo de Sam Kaplan, den click en su nombre.

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