Movimientos improvisados
El cuerpo
emite tantas señales de comunicación que en ocasiones sólo nos centramos en
una, el habla. Existen diferentes formas de comunicar algo. Lo que se debe
tener presente es que el cuerpo en su totalidad es un caudal de señales, de ahí se
desprende el término de lenguaje corporal.
Hablar y
hacer señas con algún miembro del cuerpo es prácticamente lo mismo. En ambos
casos requiere de habilidad para aprender y luego transmitir mensajes. Incluso,
hay quienes logran decir mucho con la simple mirada. Todo es comunicación.
Una forma de
comunicación no verbal en los seres humanos es la danza, el arte de mover el
cuerpo para expresar sensaciones, sentimientos y emociones. Los ejecutantes se
desplazan de un lugar a otro o mantienen su propio eje deslizando a través del
aire sus extremidades, creando siluetas inimaginables.
Los
bailarines o danzantes mantienen su cuerpo y mente como un solo ente para lograr la
coordinación que la pieza musical necesita. Al verlos al frente de un escenario cómo ejecutan sus movimientos, las personas se embarcan en un viaje donde las notas del pentagrama
parecen las olas por donde ellos se desplazan.
Es una
profesión que requiere de habilidades, ya sean natas o aprendidas a lo largo de
extenuantes clases, y aún con eso, no todos llegan a convertirse en ejecutor.
Para aquellos
que carecen de aptitudes para bailar, el género que sea, prevalece la acción de sentarse a admirar lo que otros pueden hacer. Este caso es parecido a lo
que le sucede al fotógrafo newyorkino Nir Arieli, pésimo bailarín, que decidió
capturar los movimientos de varios danzantes para crear la serie titulada
Tension.
Lo
interesante de las fotografías es que en una sola imagen podemos observar con
detenimiento cómo fueron los movimientos. Arieli lo logró al experimentar con
diversas capas de fotos para crear combinaciones interesantes e ilustrativas de
la esencia de lo que dice el bailarín con su lenguaje corporal.
El fotógrafo
no impone alguna coreografía, sino que permite que sus modelos improvisen los
movimientos, que expresen lo que su cuerpo quiera decir al espectador para que
sean plasmadas en imágenes que develarán un mensaje. El diálogo que comienza
entre lente y cuerpo es inigualable e irrepetible en el tiempo, así que debe
aprovecharse, evitando la perfección planificada.
Nir Arieli,
como lo mencionamos antes, es pésimo para coordinar los pies, no puede bailar
ni en su habitación, ni en un club y mucho menos en cualquier escenario. Comenta
que cuando se ve obligado a hacerlo se queda congelado, se tropieza o prefiere
beber para desaparecer del mapa. Razón por la cual prefirió convertirse en un
coreógrafo visual con gran experiencia no utilizada en las pistas de baile.
Si quieren
conocer más de Nir Arieli, den click en su nombre.
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