Tejidos minúsculos
Muchas personas tienden a minimizar todo lo que está a su alrededor, llamar por medio de diminutivos a los objetos , incluso, los nombres propios los hacemos “ chiquitos ”: Betito, Juanito, Carlitos, Anita, Rosita y un largo etcétera. La probable explicación puede radicar en la necesidad de suavizar la fuerza fonética de las palabras . No suena igual decir “mira ese animal” a expresar “mira ese animalito” o “¡qué lindo gato!” a “¡qué lindo gatito!” Parecería una forma de justificar que no se desprecia lo que en realidad se llama así, sino que se siente cierta empatía, gusto y hasta cariño. La tendencia a hacer pequeños los nombres está muy arraigada, por ende será complicado esperar un cambio total o paulatino a corto plazo. ¿Cuántos de nosotros aplicamos está dinámica? Si lo piensan, quizá a diario se hace y ya no reparamos en ello. Ahora, cómo le podríamos llamar a algo que en realidad es diminuto físicamente. Economizando palabr