BIC no sabe fallar
Complementar
con un accesorio, dejar chimuelos a los modelos o agregarles un
bigote a las chicas de portadas de
revista, era o tal vez siga siendo un pasatiempo,
muy simple, pero con el que de niños, adolescentes o quizá adultos hacemos con la ayuda de un bolígrafo.
Teniendo
una pluma y una hoja en blanco o
hasta las portadas de los cuadernos son el pretexto perfecto para que nuestra imaginación haga de las suyas y
nos salga el artista que llevamos
dentro.
Dibujar con un bolígrafo no
es cosa sencilla,
pues comenzada la obra de arte no hay marcha atrás y no perdona un error, pocas veces se puede corregir si pintamos un
poco más tratando de arreglarla, pero la mayoría de las veces no hay más
remedio que rehacerla.
Además
de que es un instrumento de difícil
manejo para el dibujo, el tipo de punta de un bolígrafo exige un gran dominio tanto de las
líneas de contorno como de las tramas que cubren las superficies.
Tramas
integradas por puntos repartidos
según diferentes densidades, por pequeños
trazos superpuestos, por líneas
alargadas que se diluyen en sus extremos o por garabatos hasta lograr el diseño
deseado, es lo que un tubo con un depósito de tinta y punta nos ayuda a
crear.
Si
para trazar con el bolígrafo hay que ser muy diestros, en Francia vive la ilustradora Helena Hauss, a quien le
gusta dibujar en grandes formatos para
dar mayor detalle a los protagonistas de sus dibujos.
Hauss
sólo se vale de papel y el clásico bolígrafo
BIC para crear llamativas
ilustraciones, las cuales resaltan por los colores brillantes y contrastados.
Aunque
le gusta el contraste de color, Hauss siente fascinación por la tinta azul que sobresale en las ilustraciones. Sombras, intensidad del color y rasgos
detallados en el fondo, caracterizan
la obra de esta artista que retrata escenas comunes, algunas de ellas con
un toque de sátira de momentos que representan la tecnología y la
diversión entre las nuevas generaciones.
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