De Jesús, extraterrestres, Nemo, iPhone y otras cosas
La psicodelia está relacionada con lo hippie y los viajes ácidos, esos que permiten crear y formar parte de los movimientos contraculturales. El
arte está muy metido en esos rubros [o lo han metido a la fuerza].
Esta tendencia es nada más ni nada menos que “la manifestación del alma”,
por eso hay algunos grupos sociales que comentan que su arte es “muy viajado…
muy denso”, pues al darle rienda suelta a la espiritualidad se obtienen
resultados que no son convencionales.
Este tipo de arte se encuentra fuertemente relacionado con el uso de
drogas alucinantes, de ahí que se piense que la creación artística está impregnada de una gran paleta de colores.
Los caleidoscopios y los fractales son el emblema de lo que representa
el arte psicodélico; multicolores por doquier que podrían estresar a personas que
padecen de epilepsia.
El artista Ivi Mo tiene una peculiar percepción de la psicodelia, misma
que plasma en su obra que parece salida de una iglesia que se encuentra en una
vida paralela a la nuestra donde pueden convivir protagonistas disímbolos.
Sus pinturas muestran los patrones psicodélicos, así como la plataforma
multicolor aplicada, por ejemplo, a La Última Cena donde podemos deleitarnos con las
incrustaciones de elementos del Dark Side of the Moon de Pink Floyd o una serie
de fetos alienígenas de los Expedientes Secretos X.
Sus obras diversifican lo pop, engrandecen la participación de los
marcianos en el planeta, muestran el control de la vida por medio de un iPhone
y sus aplicaciones, al personaje de El Grito con Nemo paseando sobre su ojo y
la Mona lIsa con su tercer ojo y omnipotencia.
Las piezas tienen como base fundamental la “espiritualidad con temas
místicos inspirados por los secretos del ojo. Utilizó colores vibrantes y
patrones complejos realizados con técnicas mixtas, combinando la tinta
analógica con los vectores digitales”.
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