El surrealismo del miedo

El hombre en una burbuja fuera de la estación

El 11 de marzo del 2011 se registró uno de los desastres naturales más violentos de los que se tiene memoria: el terremoto y tsunami de Japón. La tragedia que vivió el pueblo nipón está dentro de los cinco eventos más graves en la historia de la humanidad. La devastación que provocó un sismo de 9 grados en la escala de Richter fue total. Las agencias científicas especializadas informaron que la duración del movimiento telúrico rebasó los seis minutos, lo que causó un desplazamiento de las olas del Pacífico con altura y velocidad sin precedentes.

El pez fuera del agua

La conmoción mundial fue inminente gracias a que fue un hecho que, prácticamente, se siguió en vivo. Las imágenes no dejaban lugar a las palabras. Algo que sólo era comparable con las películas trágicas de Hollywood estaba pasando frente a nuestros ojos, veíamos a lo lejos como se iban perdiendo vidas. La fuerza con la que entró el agua a la tierra, fue culminando el trabajo sucio que había realizado el terremoto, si algo quedaba en pie, el oleaje se encargó de derribarlo y alejarlo a kilómetros de sus cimientos. Como espectadores, no creíamos que alguien pudiera sobrevivir a tal destrucción.

El hombre que toma un baño

Los estragos fueron cuantiosos, pero existía una situación que preocupaba aún más: la central nuclear de Fukushima, ya que su sistema de refrigeración estaba seriamente dañado y presentaba una grieta que derramaba material radioactivo, mortal para el ser humano. Podría avecinarse una tragedia de proporciones incalculables para el  país nipón y el mundo entero. Los daños más representativos en Japón fueron producidos por el tsunami, ascendiendo a los 10 billones de dólares, sin embargo, nada se compara con los registros de damnificados: más de 15 mil muertes [92.5% murieron ahogados], 3,400 personas desaparecidas y cerca de 6 mil heridos.

El hombre que reúne una cereza

Las secuelas psicológicas que dejó este desastre están latentes en cada individuo que vivió, y sobrevivió, a los destrozos naturales. La amenaza de que algo similar pueda volver a suceder nunca desaparecerá. Los sismos son impredecibles, y a pesar de los adelantos tecnológicos que otorgan varias decenas de segundos del epicentro hacia su expansión, no se sabe la potencia con la que llegará.

El hombre que camina

Sumando consecuencias, está la basura radioactiva, alojada en territorios que antes eran fértiles y que ahora es tierra completamente muerta, sin opción para ser reutilizada. Esto deja a la gente desprotegida, tanto en cuestiones de salud como económicamente.

La casa azul detrás de una pared de plástico

Se hicieron muchos eventos masivos, tanto locales como internacionales, para recaudar fondos que ayudaran en la reconstrucción de un pueblo que conoce lo que es resurgir de las cenizas. Se han logrado grandes avances y pareciera, salvo los miedos de una reaparición de ese fantasma oscilante, que la vida a regresado a la normalidad. Los medios de comunicación ya no tocan el tema.

La máscara está en la caja

Y como pocos son los que dan a conocer las secuelas para la sociedad nipona, los fotógrafos Carlos Ayesta y Guillaume Bression han explorado la superficie del Japón afectado por el terremoto y tsunami del 2011 para crear una serie de imágenes surrealistas llamada Bad Dreams?

El camino y la barrera invisible

Cuando estuvieron en las zonas devastadas, se dieron cuenta de que todo radicaba en los límites. Las personas ponían barreras imaginarias, unos con otros, algo que se reflejaba en los paisajes. La construcción de su vida regresaba a cero y de ahí tenían que volver a comenzar, un reconocimiento interno para después exteriorizarlo.

El niño y el patio de recreo

Por otro lado, las imágenes de Ayesta y Bression plantean las fronteras de la contaminación que pululaba por todos los alrededores donde hay seres vivos. La polución no respeta ningún límite que el hombre le ponga, se manifiesta y reproduce, más aún cuando un pueblo no termina de sacudirse de una tragedia.

La madre detrás de un muro en el bosque

El miedo y la contaminación fueron los catalizadores para que los fotógrafos decidieran realizar esta serie. Consideran que estos elementos podrían ser más dañinos que la misma radiación, ya que son síntomas que se encuentran dentro de cada individuo.

El coche amarillo lleno

Su andar por Japón empezó por las cercanías de la planta de Fukushima [Namie, Odaka, Date, Litate y Kawamata] donde hicieron gran parte de las fotografías con ayuda de los residentes, con quienes quedaron eternamente agradecidos por su cooperación, hospitalidad y disposición.

El hombre de la burbuja antes del bosque muerto

Una colección concebida en la imaginación de dos personas que estuvieron muy lejos de la catástrofe, pero que quedaron impactados por la fuerza de la naturaleza, por la magnitud de los daños y por la entereza de una sociedad dispuesta a salir adelante.

El hombre que abre una bolsa de tierra

Y precisamente por estar lejos, engendran imágenes de cuáles serían los caminos factibles para la supervivencia de la gente que habita en esta zona, surrealismo puro basado en el miedo y la contaminación de un fenómeno impredecible.

Para conocer el significado de las imágenes de Bad Dreams? de Carlos Ayesta y Guillaume Bression, entren al sitio del colectivo de fotógrafos trois8, dando click en el nombre.

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