Lo que somos, no lo que debemos ser


Estamos en tiempos donde el cambio es necesario, donde la sociedad necesita organizarse para luchar por la justicia, la equidad de género, por la justa distribución de la riqueza, por salvaguardar nuestra identidad y esencia como seres humanos.



En todos los ámbitos del desarrollo social y profesional escuchamos el hartazgo por varios temas que afectan a los países, muchas aristas en todos los rubros, no hay algo que salga bien librado.


Pero, ¿qué hacemos como ciudadanos, como personas? Particularmente nos enganchamos en esa vorágine, lo que nos impide hacer un alto para saber si en realidad estamos proponiendo o sólo estamos destruyendo. Ya lo dijo el escritor mexicano José Emilio Pacheco: “Ni como gobierno ni como sociedad podemos ser todo aquello que criticamos en la juventud".



Las riñas entre nosotros se han vuelto un capítulo más de cada día. Se sufre de una descomposición de interrelaciones personales donde el combate es todos contra todos. Las críticas hacia los demás vuelan como el pan caliente.



No somos una sociedad honorable, somos una sociedad pendiente del quehacer de los demás dejando olvidada la existencia que podría abonar a crear un ambiente propicio para la convivencia sana y pacífica, donde el trabajo en equipo sea una bandera de progreso y desarrollo.



¿Por qué somos juez de los demás si también somos parte de lo mismo? Hace falta autocrítica, mirarnos en el espejo y dilucidar si hacemos lo mejor que está a nuestro alcance para llevar una vida plena.


La artista brasileña Carol Rossetti juega con estos roles donde se juzga a los demás, principalmente a las mujeres, para crear una serie de ilustraciones que muestran de forma contundente el poder las palabras mordaces, sin embargo, decide mandar un mensaje que rebate sin miramientos las frases inquisidoras.



La colección lleva por nombre Women y es el fiel retrato de una sociedad dispuesta a aniquilar lo que no le parece, un exterminio de lo que le molesta a su mirada, a su ideología y a sus creencias.



Los prejuicios son tan dañinos que pueden encauzar a una persona a una vida infeliz y obligarla a introducirse en un mundo interior para no verse atacada por la ignorancia de los demás.



El cuerpo es de uno y como tal, cada uno decide qué hacer con él. Nadie debe influir ni decidir en las decisiones de las personas.


Para conocer más de Carol Rossetti, den click en su nombre.

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